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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

T0P marroquí

EL PROBLEMA de fondo que plantea la detención del secretario general de los socialistas marroquíes, Abderrahim Buabid, y de la dirección del partido es la posibilidad de discrepar o no de las actuaciones del jefe del Estado, en un Estado como Marruecos.La, mayoría de las Constituciones preservan la figura del jefe del Estado de las críticas; pero en el caso especial de Marruecos el jefe del Estado concentra prácticamente todos los poderes ejecutivos y decisorios, por lo cual a la oposición o a un partido político cualquiera le es imposible disentir de la actuación o gestión del Gobierno sin estar, al mismo tiempo, poniendo implícitamente en tela de juicio la actuación del jefe del Estado.

El fiscal del rey ha situado así este proceso en su verdadero contexto político, al modificar la calificación de la acusación contra Buabid de "alteración del orden público" por "atentado contra las prerrogativas constitucionales del rey". Lo que está en discusión es la vigencia de un régimen de las características medievales del de Marruecos.

La actitud de Hassan al aceptar en Nairobi la celebración de un referéndum internacionalmente controlado para el Sahara está más de acuerdo con lo que la comunidad internacional pedía a Marruecos para solucionar el conflicto que la postura intransigente adoptada a este respecto por los socialistas, que insisten en la marroquinidad del Sahara. Y este ha sido el origen de la discrepancia, primero, y de la represión emprendida, después, por el rey. Pero la postura de los socialistas es consecuente con seis años de movilización interior por el Sahara, con el juramento del soberano y el pueblo marroquíes de defender hasta la última pulgada del territorio, e incluso con la explicación dada por el propio Hassan II del referéndum anunciado, que dijo sería, en la intención de Marruecos, sólo un referéndum confirmativo.

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El comunicado del buró político del partido socialista, sobre el tema, que llevó a la detención de Buabid y los otros dirigentes, no es mas que el ejercicio del derecho a la libertad de expresión que garantiza la Constitución marroquí vigente. La represión que ha caído sobre los socialistas por este simple hecho demuestra la prepotencia de un régimen que no vacila en sentar en el banquillo de los acusados a hombres que llenan el último cuarto de siglo y más de la historia reciente del nacionalismo rnarroquí.

Aunque el régimen de Rabat no se presenta hoy con el mismo rostro de los años sesenta o principios de los setenta, la gestión de los asuntos del Estado no ha mejorado. Marruecos cuenta hoy con siete millones de pobres absolutos, el 25% de la fuerza de trabajo está en el paro y, lo que es peor, las esperanzas de cambio parecen desvanecerse después de los sucesos de Casablanca de junio pasado.

El juicio contra Buabid, como los últimos celebrados en Casablanca y todo el país contra dirigentes socialistas, recuerda extraordinariamente a los juicios del Tribunal de Orden Público,de los últimos tiempos del franquismo. No falta así quien los interpreta como los estertores de un régimen anacrónico.

. Pero las circunstancias internacionales, y el propio conflicto del Sahara, han distanciado a los socialistas y a la oposición marroquí en general de sus aliados internacionales. La llegada al poder de Ronald Reagan permite además al régimen de Rabat encontrar un apoyo americano más decidido y fuerte que antaño. La presión de los socialistas franceses en el poder y la influencia de otras naciones democráticas no parecen suficientes para dar un giro a la solución.

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