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Baño de sangre en Irán al cumplirse el año de la guerra con Irak

El régimen islámico de Teherán ha celebrado con un auténtico baño de sangre el primer aniversario de la guerra del golfo, desencadenada por Irak el lunes 22 de septiembre de 1980. El balance de la represión del pasado viernes y sábado asciende a 182 opositores muertos, a los que hay que añadir veinticinco ejecuciones el domingo en Teherán y un número indeterminado el lunes.Las víctimas de esta persecución sin precedentes son, en su mayoría, muyahidin (militantes de la izquierda islámica), y ochenta -cincuenta chicos y treinta chicas- son menores de edad. Por otra parte, el gobernador de la provincia de Asarbayán Occidental anunció el domingo que 180 nacionalistas kurdos habían sido muertos por las fuerzas de orden público el mes pasado; el ayatollah Mohammadi Guilani pidió que los heridos en manifestaciones no sean hospitalizados, sino rematados en la calle. Más de 1.500 personas han sido ejecutadas en Irán por motivos políticos desde la caída del presidente Banisadr.

Al cumplirse un año de su desencadenamiento, la guerra entre Irán e Irak se ha convertido en una batalla de posiciones en el Juzestán y en el Kermanchahan, a lo largo de un frente de quinientos kilómetros, que sólo animan pequenas ofensivas y contraofensivas.

Paralelamente, los numerosos intentos diplomáticos de desbloquear un conflicto que llegó a amenazar la estabilidad del golfo han concluido en un punto muerto.

Con motivo de este primer aniversario, el ayatollah Jomeini lanzó ayer un mensaje a sus compatriotas en el que incita a sus compatriotas a eliminar a los que se oponen a su régimen y recuerda a las fuerzas armadas la importancia de la lucha contra Irak.

El ataque iraquí del 22 de septiembre de 1980, que suscitó gran preocupación en todo el mundo, dio en un principio la impresión de que se trataría de una guerra relámpago. La aviación de Bagdad bombardeó las instalaciones militares iraníes, incluido el aeropuerto de Teherán, horas antes de que las fuerzas terrestres iraquíes penetrasen en el Juzestán, provincia petrolífera del suroeste de Irán.

La ofensiva iraquí constituyó una auténtica sorpresa, a pesar de que fue precedida por varias operaciones guerrilleras a lo largo de la frontera entre ambos países, denunciadas vigorosamente por el régimen del ayatollah Jomeini.

Para Bagdad, que niega tener revindicaciones territoriales sobre el Juzestán iraní, Tcherán tiene que reconocer los derechos iraquíes en la región, concretamente en el Chatt el Arab, estrecho en el que desembocan los ríos Tigris y Eufrates, y que marca la frontera entre ambos países.

Intransigencia iraní

Los iraníes, por su parte, rechazan las pretensiones iraquíes en base al acuerdo de Argel de 1975, que delimita la frontera entre Irán e Irak. Este acuerdo, denunciado unilateralmente por Bagdad días antes del desencadenamiento de su ofensiva del 22 de septiembre, prevé un arbitraje en caso de discrepancia sobre su interpretación.Ninguna de las mediaciones llevadas a cabo ha dado resultado; ni la del secretario general de las Naciones Unidas. Kurt Waldheim, ni la de los países no alineados o la de los países islámicos.

Resulta dificil evaluar lass consecuencias económicas del conflicto a causa de la falta de cifras exactas por ambas partes. En Teherán, por ejemplo, todo lo concerniente al petróleo es considerado secreto militar.

Tras la interrupción de la producción provocada por los intensos bombardeos sufridos por las instalaciones petrolíferas de ambos países durante los primeros días de la guerra, Irán e lrak han reanudado sus exportaciones. La actual producción iraní ha sido evaluada en 1,2 millones de barriles al día, mientras la de Irak se situaría en tan sólo 900.000.

El coste de las destrucciones sufridas por Irán ascendería a unos 30.000 millones de dólares. Por último, el número de muertos civiles y militares de ambos bandos oscilaría entre 30.000 y 40.000 personas.

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