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Preocupación ante el creciente intervencionismo político de los hombres de la patronal

Alarma ante el tono de los trozos políticos del discurso, unanimidad ante el hecho de que es bueno que los empresarios se expresen con claridad, y sospecha de que la nueva etapa de la patronal se va a caracterizar por un continuo intervencionismo en la vida política española, son las constantes más significativas de las reacciones que ayer se produjeron sobre la intervención de Carlos Ferrer Salat en la asamblea de la CEOE.

Ayer mismo, el presidente de la patronal, Carlos Ferrer, y su secretario general, José María Cuevas, fueron recibidos por el presidente del Gobierno, Calvo Sotelo, a quien hicieron entrega de una copia del polémico discurso en el que se criticaba muy duramente el papel de los partidos políticos, y en especial a UCD y PSOE. De esa crítica se salvaba en todo momento la personalidad de Calvo Sotelo, que suele resultar intacta en cada una de las intervenciones públicas de los líderes patronales, al contrario de lo que ocurrió con su antecesor en el cargo, Adolfo Suárez. Diferentes analistas han subrayado el hecho, al margen del discurso de Ferrer, del ascenso a dos vicepresidencias de la patronal de José Antonio Segurado y Alfredo Molinas, los presidentes de las patronales de Madrid y Cataluña, considerados como representantes de la línea más dura y más derechista de la cúpula patronal. Molinas ya jugó un papel destacado en las elecciones a la Generalidad, en las que Fomento del Trabajo Nacional apoyó a las opciones políticas no marxistas y bastante más directamente a Convergencia Democrática. La victoria de Pujol parece haber elevado el papel de Molinas en la CEOE, cuando hace poco tiempo todavía se le consideraba liquidado como dirigente empresarial. Por su parte, Segurado, además de haber sido la punta de lanza contra la presencia de los socialdemócratas en el Gobierno, ha declarado en repetidas ocasiones que los empresarios madrileños serán beligerantes en las próximas elecciones municipales.

Operación Calvo Sotelo

En medios del partido en el Gobierno no vinculados al aparato, pero presentes en anteriores Gabinetes, se señalaba ayer una alternativa como análisis político del discurso de Ferrer: o los empresarios van a apoyar a la gran derecha extraucedea -en cuyo caso la sociología electoral les adelanta ya los pocos votos que pueden conseguir-, o intentan potenciar las corrientes mo deradas dentro de UCD, sea plataforma moderada con o sin libertades de dentro y de fuera del centro democrático. Para Javier Solana, del PSOE, este punto es claro: la patronal va a apostar de aquí al futuro por la operación Calvo Sotelo de derechizar el partido en el Gobierno. José Luis Leal, ex minístro de Economía, declaraba: «No se puede acusar de incoherencia a los empresarios; siempre han acusado a UCD de practicar desde el Gobierno la política del PSOE». EL PAÍS no pudo localizar ayer, pese a intentarlo repetidamente, al presidente de UCD, Agustín Rodríguez Sahagún, que por haber sido antes dirigente de la patronal hubiera proporcionado una opinión muy significativa. Para Fraga Iribarne, presidente de Alianza Popular, «muchas de las apreciaciones expresadas por Ferrer nos parecen de lo más lógico, sensato y oportuno». En el otro lado del espectro, Javier Solana ha sido el más crítico con Ferrer: «Partiendo del hecho de que nos parece bien que los empresarios se expresen, no han dicho lo que esperábamos de una patronal madura. Es un discurso apocalíptico, sin soluciones, y menciona poco la verdadera labor del empresario, la de invertir. Además, no se cansan nunca de pedir gobiernos más a ¡a derecha».

Por su parte, el economista Ramón Tamames entiende que «sería un gravísimo error, de los muchos que ha cometido Ferrer, hacer un partido de empresarios. Por otra parte, me parece que en la asamblea sólo hubo una candidatura, y eso es malo en cualquier organización de corte democrático. De continuar en este camino van a terminar floreciendo con profusión las unipymes».

Mayor esfuerzo a los políticos

Antonio Garrigues Walker, presidente de la Asociación para el Progreso de la Dirección, y centro de la llamada «operación liberal», estuvo presente en la asamblea de la CEOE como invitado. «Asisto todos los años a la asamblea», declaró Garrigues, «la gente se ha alarmado por el tono del discurso de Ferrer, aunque me consta que lo había suavizado. Sin embargo, Ferrer sólo ha reiterado lo que venía diciendo en otras muchas ocasiones. La clase política necesita dedicar mayores esfuerzos a la economía; de esta forma no se producirían sobresaltos como el de ahora». Enrique Moya, secretario general del Círculo de Empresarios, opina que a su organización «le parece positivo que la CEOE contemple con inquietud el panorama político y dé un toque de atención a los dos partidos principales, y fundamentalmente, al partido en el Gobierno, para evitar que el electorado caiga en peligrosas cotas de desencanto».

Una patronal mitinera

Las centrales sindicales. atacadas también en el discurso de Ferrer, reaccionaron subrayando que el ataque a los partidos «alimenta una desconfianza hacia el sistema democrático», según Julián Ariza, de CC OO. A UGT, «la intervención de Ferrer le ha parecido más propia del mitin que hace cuatro años celebraron los empresarios en el Palacio de los Deportes de Madrid que de una organización empresarial consolidada»; la central socialista se preocupa asimismo de que «los empresarios anteponan un intervencionismo político a la tarea prioritaria y natural de invertir». Ariza, por su parte, subraya el momento en que se preduce el discurso de Ferrer. «Crisis del partido del Gobierno, que se orienta hacia una derechización, y opción hacia la entrada de Es paña en la OTAN».

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