El aniversario de la muerte de Mao pasa inadvertido en China
El quinto aniversario de la muerte de Mao Zedong, que se cumplió ayer, parece haber pasado prácticamente inadvertido en una China en la que el lugar del Gran Timonel, objeto de un extremado culto a la personalidad en vida, se ha visto ocupado por el pragmatismo de la doctrina oficial.
Los sucesores de Mao presentaron el pasado mes de junio un balance del papel del fundador de la República Popular China en el que proclamaban formalmente que el Gran Timonel cometió errores, aunque éstos tuvieron un carácter secundario frente a unos méritos que fueron calificados de primordiales. Este veredicto -dictado tras discusiones que, según la Prensa oficial, se prolongaron durante más de un año en el serio de las instancias dirigentes chinas- puso fin, por el momento, a las fases de desmaoización y remaoización que se sucedieron en China a partir de la muerte de Mao, a los 83 años de edad, el 9 de septiembre de 1976.
Desde esta fecha, el sucesor que el Gran Timonel eligió, Hua Guofeng, ha ido siendo postergado, y el hombre fuerte de la China posmaoísta, el vicepresidente del Partido Comunista Chino, Deng Xiaoping, principal superviviente de la revolución cultural, no ha dejado de hacer avanzar a sus peones, colocando a hombres de su confianza en los órganos de decisión.
La única manifestación oficial que ha marcado el quinto aniversario de la muerte de Mao fue un poema de elogio publicado, en última página, por el mayor diario chino, el Renmin Ribao (Diario del Pueblo), órgano central del partido.
Como conmemoración no oficial sólo hubo una pequeña corona de flores blancas depositada ante el monumento "A los héroes del pueblo", erigido en la plaza de Tien Anmen, en el centro de Pekín. "En recuerdo de Mao Zedong, cuya memoria permanecerá por siempre grabada en el corazón del pueblo".
Un silencio casi completo que refleja bastante bien el abandono casi generalizado de las orientaciones de la revolución cultural, en vigor durante los últimos diez años de la vida del líder comunista.
Prácticamente en todos los sectores, de la economía de la defensa, pasado por la educación, la China posmaoísta ha vuelto a las líneas pragmáticas trazadas durante los años cincuenta, condenadas después por los dirigentes ultraizquierdistas de la revolución cultural como revisionistas.
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