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La escasez, un mal cotidiano en los países del Este

La grave escasez de aprovisionamientos alimenticios que sacude a Polonia también afecta, en diversos grados; a los otros países de la Europa del Este, que a menudo se enfrentan con dificultades análogas a las de los polacos.Para empezar, se impone una constatación: del Elba al Pacífico, a pesar de cosechas a menudo escasas y gracias a las importaciones, no hay escasez ni de trigo -Y por tanto de pan-ni de patatas, alimentos básicos en estos países. El problema es la carne. Y la prueba está en Polonia, donde la decisión de las autoridades de reducir provisionalmente la ración de carne a tres kilos por persona y mes (en lugar de los 3,7 kilos anteriores) ha provocado la actual tensión.

Un racionamiento aún más fuerte existe en algunas grandes ciudades de la URSS. En Kazán, por ejemplo, con un millón de habitantes (situada a novecientos kilómetros de Moscú), un ciudadano no tiene derecho más que a ochocientos gramos de carne, seiscientos gramos de mantequilla y trescientos gramos de salchichón mensuales.

Todos los países del bloque soviético, aunque sin recurrir a las cartillas de racionamiento, viven una especie de limitación natural por carencia" permanente o coyuntural. A falta de estadísticas precisas, y a juzgar por el aspecto de los supermercados, el aprovisionamitieto de carne en los países del Este deja mucho que desear, exceptuada Alemania Oriental, que incluso acaba de firmar una acuerdo para la venta de 10.000 toneladas de carne a Polonia.

El problema parece menos preocupante en Bulgaria, país agrícola por excelencia, que exporta frutas; y legumbres a los países hermanos, y en Hungría, que consigue, gracias a su reforma económica, subvenir a sus necesidades elementales. Rumanía, por el contrario, ha conocido serias penurias durante los últimos inviernos y primaveras, en especial de carne y productos lácteos, debido a las malas condiciones meteorológicas. Checoslovaquia sufre fluctuaciones crónicas en los aprovisionamientos.

Penurias permanentes y coyunturales

A estas penurias permanentes, debidas a una falta de producción (estancamiento en la producción del ganado) y a dificultades de pago que impiden importaciones masivas, hay que añadir las insuficiencias estacionales (más o menos, frutas y legumbres en invierno), que no hacen más que acentuar los malos hábitos alimenticios de los habitantes de Europa central.De un modo general, y haciendo abstracción de la escasez debida a una distribucion defectuosa -productos que faltan en una ciudad llenan los almacenes de otra-, las grandes ciudades están mejor aprovisionadas que las pequeñas. Pero esto también tiene sus excepciones: en Moscú las restricciones no son raras, y, sin recurrir a las cartillas de racionamiento, los supermercados limitan frecuenteniente la venta de ciertos productos. Nada impide a los consumidores acudir a otros, a no ser la longitud, a menudo disuasora, de las colas, o aprovisionarse, a precios prohibitivos, en un mercado de koIjoz (productos de huertas individuales), tolerado por las autoridades a pesar de su cárácter capitalista.

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