Cualquier política económica debe clarificar a los ciudadanos sus costes, según Fuentes Quintana
El profesor Fuentes Quintana ha advertido que cualquier actuación de política económica frente a la crisis debe apoyarse por una política de información que haga comprensibles a los ciudadanos sus razones, y que clarifique el reparto equitativo de sus costes. «No es posible gobernar una economía en crisis», dijo, «sin explicar a los ciudadanos sus cómos y sus porqués».
El ex vicepresidente económico del Gobierno, después de concretar las medidas que, en su opinión, deben tomarse para dar respuesta a los problemas fundamentales de la crisis económica, advirtió que, en todo caso, esas respuestas serán siempre costosas y difícilmente populares. Citando a Galbraith, el profesor Fuentes Quintana afirmó que la crisis ha hecho que la política no sea ya el arte de lo posible, «sino que más bien consista en elegir entre lo que es desagradable y lo que es desastroso». Fuentes Quintana, que habló en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo, de Santander, sobre «la evaluación de las dificultades de la crisis económica», explicó que la «experiencia de los años vividos con la crisis nos dice que debemos evitar caer en el juego de siete errores frecuentes y costosos: olvidar que la energía debe sustituirse y economizarse; acudir al proteccionismo para defender actividades sin futuro; no aceptar nuestro empobrecimiento nacional frente al exterior y tratar de remediarlo por la elevación de nuestras rentas o de los precios; creer que fáciles políticas expansivas de más gasto pueden reducir sin esfuerzos los problemas del paro; no aceptar la transformación necesaria de la industria; no fomentar el ahorro para elevar las inversiones; creer, en fin, que respuestas regionales o sectoriales insolidarias son contestaciones eficientes a una crisis de dimensiones mundiales».
Martínez Soler: Ganar dinero en España, mal visto
José Antonio Martínez Soler, redactor jefe de EL PAIS, ha dicho también en la Universidad Internacional de Santander que ganar dinero en España implica casi automáticamente la presunción generalizada de que se hace por métodos ilícitos o sucios. «Aquí aún está mal visto, e incluso está mal visto trabajar para ello», explicó Martínez Soler, citando una reciente conversación en la que Luis Suñer comentaba que «nunca se habla bien del empresario porque, si quiebra y le va mal un negocio, le llaman burro, y sí gana y tiene una industria próspera, le llaman explotador».Para Martínez Soler hay una primera dificultad a la hora de hablar de la actitud de los empresarios españoles ante la crisis, y es que «los verdaderos empresarios, los que saben salir de la crisis, invierten, inventan, arriesgan, ganan dinero y, sin duda, tienen mucho que decir, son al mismo tiempo los más reacios a hablar o simplemente a aparecer en público. La explicación de esta posición la buscó en la Historia de España desde hace cuatro siglos, cuando la riqueza, si no precedía de la agricultura o de la guerra, estaba mal vista, ya que, citando a Américo Castro, «lo deshonroso era el negocio» que ejercían los judíos, mientras que sólo los descendientes de labradores podían ser consejeros de los reyes.'
La crisis de empresarios y, en consecuencia, el retraso económico de España, los justificó Martínez Soler en la tardía penetración de los ideales calvinistas, que sirvieron de base para el nacimiento M capitalismo occidental y que en nuestro país no entraron hasta la posguerra, «en plena autarquía e involución económica, cultural, política y hasta moral, penetrando suavemente, sin apenas hacer ruido, en el seno de la sociedad y escalando las más altas cotas posibles de poder dentro M Estado franquista».
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