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Satisfacción de Miterrand, insatisfacción francesa

El presidente francés, François Mitterrand, está satisfecho de los resultados globales de la cumbre de Ottawa. Aunque para la opinión pública el balance es decepcionante, la reunión representaba el bautizo mundial de Mitterrand, y en ese aspecto los franceses se dicen contentos.Hay poco que decir ya sobre el desastre económico-social al que puede conducir a Europa occidental la política monetaria americana. Los dirigentes franceses proclaman ese cataclismo desde el día que llegaron al poder, hace dos meses. En Ottawa, ellos, como sus colegas occidentales, consiguieron únicamente del presidente Ronald Reagan algunas declaraciones de principio, es decir, nada.

Pero los franceses y, más aún, el Gobierno socialista, necesitaban que la cumbre canadiense reconociera frente al mundo la imagen presentable del nuevo poder galo, y esto, muy particularmente a través del primer contacto Mitterrand-Reagan. El resultado, en este sentido, se considera aquí totalmente satisfactorio.

Ayer, en unas declaraciones al New York Times y al Washington Post, Reagan se felicitó del comportamiento de Mitterrand. Según el presidente americano, su homólogo francés, en una cena privada de los siete, se levantó para solemnizar las palabras que iba a dirigir a los comensales: "Quiero que quede perfectamente claro para todos ustedes que Francia respetará completamente todos sus compromisos con la Alianza Atlántica". Las palabras de Mitterrand y el gesto de Reagan haciéndolas públicas colman las aspiraciones del Gobierno galo.

Por lo demás, París estima que el dividendo económico de la reunión es prácticamente nulo, pero Mitterrand, al menos, no se da por vencido cara al futuro. De retorno de Ottawa declaró que "Reagan, ni en un solo momento, tomó en cuenta la posibilidad del fracaso de su política (monetaria). Y yo, por lo que toca a la mía, tampoco. El es como yo. Y yo soy como él". La frase no deja de ser todo un programa político-económico-estratégico de las futuras relaciones franco-americanas, a pesar de las divergencias ideológicas entre los dos hombres.

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