Préstamos imposibles
Hace unos meses, el Gobierno, a través del Ministerio de Agricultura y como portavoz su titular, el señor Lamo de Espinosa, anunció con bombo y platillo que por acuerdo del Consejo de Ministros de fecha 1 de abril de 1981, se destinaban 30.000 millones de pesetas para los sufridos agricultores, ganaderos y olivareros, en concepto de préstamos a cinco años, con uno de carencia, y con intereses muy bajos, para ayudar a la gente del campo -pequeños y medianos empresarios agrarios- que por el catastrófico año en heladas y sequía pudiera contribuir a relanzar la economía de toda esta gente que depende única y exclusivamente de sus tierras y ganados.Para conseguir dichos préstamos baste como ejemplo lo que se le exige a un agricultor que esté en zona o provincia declarada oficialmente como zona catastrófica; se le pide lo siguiente:
Para solicitar un préstamo por daños en el olivar, primero tiene que ir a la Cámara Agraria local, allí explicar su caso, dar todos los datos que le pidan y después de rellenar un formulario le dirán que ya le avisarán; hasta aquí todo normal, pero a partir de aquí empieza su calvario. Después de más de un mes le llaman y le dicen que su solicitud ha llegado y que le conceden el acceso a los Préstamos Especiales para Compensación de Daños Agrarios, entregándole un certificado de daños.
Todo contento el agricultor, pregunta que qué tiene que hacer ahora y le dicen: «Vaya usted a la caja de ahorros que allí se lo solucionan». Una vez en la Caja, el director o empleado. lo primero.que le pregunta es con qué capital cuenta para responder del crédito que va a solicitar de 24.000 pesetas, ya que, irónicamente, le han tasado la merma de aceituna de este año, la poda de ramas heladas o dañadas y la consecuente pérdida en la cosecha del año que viene de setecientos, repito, setecientos olivos que tiene en tres hectáreas de regadío, a 8.000 pesetas la hectárea. Pero, claro, el Ministerio de Agricultura no ha tenido en cuenta las diferentes densidades de plantación de olivos que existen en España y piensa, en su ignorancia, que tienen los mismos gastos 240 olivos/hectárea en regadío. que sólo de ochenta a noventa olivos/hectárea en secano. Sigamos, pues: si este agricultor tiene, sin cargas, declaradas y certificadas tres hectáreas en regadío, se supone que tiene un capital propio de 5.000.000 de pesetas. Pues bien, ese capital no le basta a la Caja, sino que además le exige dos firmas más que le avalen las ridículas 24.000 pesetas. Como el campo está totalmente descapitalizado, el agricultor busca esas firmas como y donde puede. El se cree que ya le van a conceder el préstamo. ¡Qué iluso! El director de la Caja le dice que ahora tiene que mandar su petición a la central y que espere para ver si te conceden algo, la mitad, todo o nada.
Vistas todas las trabas antes descritas, muchos, muchísimos agricultores, medios y pequeños, han roto los formularios, por la inviabilidad de poder conseguir esos créditos, y estamos seguros de que de los tan cacareados 30.000 millones de pesetas, el Gobierno no dará a crédito ni la mitad de ese dinero./
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