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No habrá "cambio de guardia"

El milagro no se ha producido. Salvo acontecimientos imprevistos no habrá cambio de guardia en Israel, y Beguin se dispone ya a formar el próximo Gobierno. Los laboristas han ganado sin duda la batalla electoral, pero parecen condenados a perder el combate por el poder.Su victoria matemática no se refleja en un triunfo político. A pesar del formidable avance laborista y los 49 escaños obtenidos, 17 más que en 1977, contra 48 del Likud, el verdadero vencedor de esta contienda es, sin duda, Menájem Beguin.

"Si Dios lo permite, formaré el Gobierno próximo. ¿Por qué? Es muy simple: porque el Likud y sus aliados disponen de la mayoría absoluta en el nuevo Parlamento".

¿Triunfo prematuro? Los laboristas lo consideran así y subrayan que el jefe del Estado encarga tradicionalmente la formación de Gobierno al líder del partido que más escaños ha obtenido. Si la ventaja del Frente Laborista sobre el Likud se mantiene v es confirmada por el escrutinio de los últimos votos (soldados, marinos. etc.), el presidente Isaac Navon podría efectivamente encargar a Simón Peres la formación del nuevo gabinete.

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El primer ministro Menájem Beguin asegura que puede formar rápidamente nuevo Gobierno

A menos que Beguin no presente al presidente Navon las firmas de 61 diputados, la mitad más uno de los que cuenta el Parlamento, dispuestos a marchar bajo las banderas del Likud, en la antecámara del primer ministro se confía en obtener estas firmas muy rápidamente. "Es posible que las tengamos en algunas horas", se afirma en la fortaleza Jabotinski, cuartel general del Likud.

Los partidos menores

La tarea es delicada, pero en absoluto imposible. Si, como es probable, consigue ganarse al bloque de los partidos religiosos, el Likud dispondría de 59 o 60 diputados. Le bastaría entonces obtener el apoyo de Moisés Dayan, por ejemplo, más próximo a Beguin que a los laboristas sobre el porvenir de Cisjordania y Gaza, o los votos del Tami, el partido marroquí de AbúHartzeira, es diputados, para que Beguin pudiera apoyarse sobre una mayoría absoluta en la Knesseth.Una vez más, los partidos religiosos, once diputados, son los árbitros de la situación política en Israel. Sin ellos no hay, coalición posible, ni para el Likud ni para el Frente Laborista.

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