Violencia antiabortista en la campaña electoral israelí
El final de la campaña electoral Israelí está jalonado de acciones violentas perpetradas por grupos de jóvenes partidarios del primer ministro, Menájem Beguin, que revientan sistemáticamente los mítines del líder de la oposición laborista, Shimon Peres, gritando eslóganes favorables al actual jefe del Gobierno y lanzando tomates podridos o bombas fétidas.Las actuaciones violentas, perpetradas por jóvenes entre diecisiete y veinticinco años y, hasta ahora desconocidas en la vida política israelí, se producen también contra simples militantes del partido laborista.
Entre las anécdotas relatadas por la Prensa destaca el incendio del vehículo de un militante laborista en Jerusalén, la rotura de los cristales de las ventanas de la casa de una campesina de 72 años de edad que criticó por televisión la política económica de Beguin; las constantes amenazas telefónicas de muerte recibidas por un dirigente del MAPAM (izquierda laborista) y, sobre todo, los numerosos asaltos e incendios de las sedes locales del primer partido de la oposición.
Una de las consecuencias más palpables de esta violencia dirigida contra la izquierda es el escaso despliegue de propaganda electoral en paredes y vehículos. No sólo los militantes laboristas temen ser sorprendidos por sus adversarios pegando carteles en los que se pide el voto para Shimon Peres, sino que los partidarios de la coalición gubernamental Likud se dedican sistemáticamente a arrancarlos.
Pero esta agresiva campaña de intimidación es, en opinión de algunos asesores electorales de Shimon Peres, contraproducente, porque los simpatizantes laboristas que renuncian por miedo a asistir a un mitin no desisten, sin embargo, de votar a la izquierda, y su indignación es tal que incitan incluso a amigos y familiares a apoyar a los laboristas para acabar con el radicalismo autoritano del Likud.
Consciente de este peligro, Menájem Beguin recordó por televisión su opción liberal y democrática y condenó con dureza a aquellos que practican la violencia en su nombre. Estas declaraciones del primer ministro no disuadieron en absoluto a sus partidarios.
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