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Profundas diferencias de política económica entre Europa y Estados Unidos en el seno de la OCDE

Las profundas diferencias públicas entre las posiciones europea y norteamericana sobre la causa y origen que dificulta una pronta salida de la crisis económica occidental impidieron ayer a los veinticuatro miembros de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) alcanzar un claro consenso sobre la política económica más adecuada que se debe seguir para combatir la inflación y, al mismo tiempo, detener el fuerte crecimiento del desempleo en el área.

Tras dos días de reuniones en el Chiteau de la Muette, en París, el comunicado final de la reunión ministerial de la OCDE, que terminó ayer, dejaba traslucir estas diferencias políticas sobre estas cuestiones aparentemente técnicas y, económicas. No obstante, el comunicado seguía recomendando el mantenimiento de la tradicional política antinflacionista, si bien recogía la preocupación de algunos países por el ensayo de nuevas fórmulas selectivas en el frente del desempleo.Según el comunicado, la existencia de diferentes circunstancias económicas y sociales en los veinticuatro países miembros aconsejan a ciertos países la adopción de políticas diferentes que, sin olvidar el objetivo común de controlar la inflación, pueden ser momentáneamente recomendables.

España, en la intervención del ministro de Economía y Comercio, Juán Antonio García Díez, pareció sumarse a esta segunda opción al señalar en su intervención que el tema del desempleo «debe constituir el principal objetivo de política económica de nuestra zona y es ciertamente el centro de la política económica de mi país».

No obstante, el ministro español añadía que «todavía necesitaremos mantener por algún tiempo una postura no acomodante en la política de regulación de la demanda, aunque hay un grupo de países miembros donde la tasa de inflación es suficientemente baja para que puedan aminorar sus posturas restrictivas tan pronto como las condiciones monetarias internacionales vuelvan a una situación normal».

Las condiciones monetarias particulares

Precisamente estas condiciones monetarias internacionales particulares, traducidas en unos tipos de interés históricamente altos y un dólar excesivamente revalorizado frente a las monedas europeas, fueron el tema central de las discusiones de los ministros de Finanzas, Economía y Asuntos Exteriores de los veinticuatro países más industrializados de Europa, América del Norte y Japón.Jacques Delors, ministro de Finanzas del nuevo Gobierno socialista de François Mitterrand, elevó el tono marcado el día anterior por el ministro de Asuntos Exteriores, Claude Cheysson, al calificar de «crueles» para Europa las consecuencias de la política económica de la Administración Reagan. En su intervención, Delors indicó que la política norteamericana de stop and go, especialmente en el terreno monetario, amenaza con provocar daños sociales irreparables en Europa.

El ministro francés, que se sumaba así a las continuas voces de otros organismos (como el Banco Internacional de Pagos y la CEE) que piden un cambio en la orientación de la política económica estadounidense, recibió también el apoyo del ministro alemán de Economía, Otto Lambsdorf, que señaló en su turno que el plan económico del presidente Reagan representa «un duro fardo» para Europa.

Las críticas francesa y alemana, a las que también se sumó el ministro Italiano de Economía, Giorgio la Malfa, se concretaban en la nueva política monetaria seguida por el Sistema Federal de la Reserva, cuyo control semanal de la masa de dinero circulante estaba produciendo saltos imprevisibles en los tipos de interés. «Con unos tipos de interés elevados en Estados Unidos y un dólar sobrevalorado», señaló La Malfa, «los europeos nos sentimos forzados a subir nuestros tipos para evitar una caída en la paridad de nuestras monedas. Pero esta política tiene un límite, ya que perjudica nuestra lucha antiinflacionista y nuestras esperanzas de salir de la crisis».

EE UU contra el proteccionismo

Por su lado, el secretario adjunto del Tesoro norteamericano, Timoty McNamar, justificó la nueva política de la Administración Reagan aduciendo que Washington «no tenía una política sobre tipos de interés, sino una política antiinflacionista». «Nuestra política es dolorosa, incluso para nosotros, pero no encontramos fórmulas mejores para mantener la inflación bajo control».No obstante, el representante norteamericano rechazó las interpretaciones de algunos países miembros sobre los efectos de un dólar con una paridad elevada, al señalar que un dólar fuerte permite y favorece la exportación de productos europeos al mercado norteamericano, lo que lógicamente debe ser un aliciente para producir más en Europa. En el mismo sentido, Timothy McNamar lanzó un fuerte ataque a las políticas proteccionistas de algunos países, especialmente en lo que se refiere a los subsidios de sus industrias exportadoras.

La discusión sobre política económica, que ha sido el centro de la reunión de París y de la que puede decirse que ha quedado pendiente de nuevos planteamientos durante la cumbre de Ottawa de los siete grandes el próximo mes de julio, está justificada en razón a las negras perspectivas económicas que ha hecho públicas el secretariado de la OCDE para este año y el que viene.

Según estas previsiones, la ansiada recuperación de la economía occidental se retrasará medio año más, y no tendrá lugar hasta entrado el año 1982. Mientras tanto, los países de la OCDE pueden esperar un crecimiento económico para este año inferior al 0,5% y una masa de parados de veintiséis millones, es decir, 2,5 millones más de los que existían en 1980. Mientras tanto, la tasa de inflación no bajará por debajo del 10% para el conjunto de países del área.

El secretariado, que recomendaba en sus conclusiones la puesta en funcionamiento de medidas económicas adicionales a la política tradicional antiinflacionista, especialmente en el frente del mercado del trabajo, adelantaba que alcanzar tasas de crecimiento superiores al 2,5% en el área de la OCDE no será posible hasta finales de 1982, sin que la disminución del número de parados vaya a ser importante. Asimismo, la tasa de inflación no descenderá por debajo del 8% en 1982, mientras los desequilibrios de las balanzas exteriores continuarán este año (con un déficit global de 75.000 millones de dólares), que difícilmente podrá. ser reducido a la mitad en 1982.

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