La OCDE recomienda que se inicie una política económica de crecimiento selectivo
La Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) recomendará a sus veinticuatro países miembros, que hoy inician en París su reunión semestral a nivel ministerial, un importante giro en sus políticas económicas en curso con la adopción de unas medidas más flexibles y selectivas para combatir el fuerte crecimiento del desempleo en este grupo de países industrializados de Occidente.
Sin llegar al extremo de preconizar el abandono total de las políticas monetarias restrictivas actual mente de moda, la OCDE sugerirá a aquellos países más afectados por el paro que inicien políticas selectivas de estímulo y crecimiento económico siempre y cuando esto sea posible sin abandonar la lucha contra la inflación.Con la negra perspectiva de que la ansiada recuperación de la economía occidental, originalmente prevista para el primer semestre de este año, no se producirá hasta bien entrado el año 1982, la OCDE propondrá una política económica de fuerte contenido social, vía programas de creación de empleo, mayor movilidad laboral, regulación temporal de plantillas, regulación de jornada de trabajo y un mayor desentendimiento del Estado en el manejo de la economía.
El abrazo de «una política más flexible o menos rígida», como la describió el mismo secretario general de la OCDE, Emile van Lennep, se hace obligatoria porque el conjunto de países del área OCDE acumulará unos veintiséis millones de parados a finales de 1982 (frente a los veinticuatro actuales), sin que en ello pueda influir la prometida recuperación del próximo año.
El mensaje que el secretario de la OCDE colocará ante los veinticuatro ministros de Finanzas, Economía y Asuntos Exteriores de los países miembros de la organizaión es bien claro: la fórmula tradicional, mezcla de monetarismo clásico y medidas fiscales de estímulo de la demanda, no funciona. Se hace necesario el regreso a políticas que incluyan medidas de apoyo al crecimiento por muy arriesgadas y peligrosas que éstas sean, según declaró un alto funcionario de la OCDE.
Los ministros reunidos hoy y mañana en París (por parte española está previsto que venga el ministro de Economía, Juan Antonio García Diez) analizarán el informe que la secretaría de la OCDE ha preparado sobre la política a seguir durante el segundo semestre de 1981. El secretariado ya avanzó hace seis meses las previsiones para este año, pero hace unas semanas tuvo que modificar a la baja estas previsiones.
Los cambios realizados por el staf técnico de la OCDE se refieren al crecimiento del producto interior bruto de los países miembros, que ha pasado a ser nulo para este año en lugar del 1% anticipado para 1981; la recuparación del mismo déficit exterior por cuenta corriente que se registró en 1980 y que fue del orden de los 70.000 millones de dólares, y la imposibilidad de reducir drásticamente los niveles de inflación, situados en torno al 10%, pese a la fuerte y restrictiva política monetaria que se sigue en algunos países.
Mucho más pesimista ahora, pese a la relativa bonanza que se registra en el mercado mundial del petróleo, la OCDE estima que .no se podrán alcanzar tasas positivas de crecimiento en torno al 2,5% hasta la segunda mitad de 1982. Asimismo, la inflación no caerá por debajo del 10% hasta el mismo período, y la tasa de desempleo, que actualmente supone un 7,5% de la población laboral de la OCDE, no se reducirá hasta finales de 1982.
Los tipos de interés
La modificación del cuadro macroeconómico del conjunto de países de la OCDE es consecuencia directa, según los expertos, de la carrera alcista en los tipos de interés en Estados Unidos. Eso es al menos lo que piensan los ministros francés de Economía, Jacques Delors, y de Finanzas alemán, Hans Mattoeffer, que durante las últimas semanas han criticado duramente la política seguida por Paul Volcker, presidente del Sistema Federal de la Reserva norteamericano, que ha supuesto la llegada del tipo de interés preferente (prime rate) a un techo máximo histórico del 21,5%.El ministro francés llegó incluso ayer, durante la cumbre de ministros de Economía y Finanzas de la CEE, celebrada en Luxemburgo, a presionar a sus compañeros para que soliciten formalmente de Washington un cambio drástico en esta política monetaria, ya que, según el ministro galo, puede hundir las esperanzas de un relanzamiento a corto plazo de la economía occidental, al tiempo que incrementar la tensión monetaria existente como consecuencia de la fuerte subida del dólar.
La esperanza aquí, en la sede de París de la OCDE es que Washington, a través del secretario del Tesoro, Donald Reagan, realice un gesto de buena voluntad y anuncie una suavización de esta política. La esperanza se cifra en que la Casa Blanca espera presentar durante este segundo semestre unos resultados menos boyantes que en el primero, con un crecimiento negativo frente al 8,7 % de aumento del PNB que se registró en el primer trimestre. Esto hace pensar que Washington no tendrá más remedio que dar marcha atrás en su política monetaria.
El problema de los altos tipos se ve multiplicado además porque Europa no puede lanzarse a una guerra de tasas de interés, tal como sucedió el pasado año. Una guerra de este tipo crearía una situación irreversible en Europa en el frente social. Por otro lado, los socialistas franceses parecen dispuestos a modificarla política económica giscardiana y abrazar unas concepciones mucho más sociales. Esta política no se ve con malos ojos en la Europa del desempleo, ni siquiera en la estricta República Federal de Alemania.
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