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Un periodista espiaba al jefe de la P-2 por encargo de un coronel de la logia

Juan Arias

El escándalo de la logia masónica Propaganda 2 (P-2) ofrece diariamente un nuevo capítulo de sorpresas, mientras que el ex presidente encargado nuevamente de formar Gobierno, el democristiano Arnaldo Forlani, es cada vez más pesimista

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La última sorpresa de este «gran escándalo» italiano tiene hasta un nombre. La Prensa lo definió ayer como «el increíble triángulo», y está integrado por Licio Gelli, maestre venerable de la P-2, inútilmente buscado en el extranjero por la policía; su brazo derecho, el coronel Antonio Viezzer, que era el jefe de la secretaría de los servicios secretos (SID), y al que los jueces están interrogando en la cárcel de Roma, y el famoso periodista Marcello Copetti, redactor jefe de la agencia ANSA, de Florencia. Este último acaba de confesar que ha trabajado cinco años para los servicios secretos italianos, «investigando sobre Licio Gelli y su logia P2».Pero lo increíble es que el resultado de sus investigaciones sobre Gelli, de quien sospechaba que era «un espía de pequeñas y grandes potencias», se las pasaba al coronel Viezzer, que ha resultado ser de la P-2 y gran amigo de Gelli. De hecho, los jueces han podido llegar hasta el periodista de ANSA a través de sus documentos sobre Gelli encontrados en casa de Viezzer.

Los jueces interrogaron ayer a Copetti en Florencia, donde se encontraron secretamente en un cuartel de carabineros los magistrados Doménico Sica, Romano y Pierluigi Vigna, florentino, ambos encargados de la investigación sobre la P-2. En dicha cumbre, los magistrados analizaron el explosivo material encontrado en las dos maletas que contenían el archivo secreto de Gelli.

El periodista Copetti, cuyas confesiones han creado gran preocupación entre sus compañeros de ANSA, la primera agencia periodística del país, ha declarado que siempre ha considerado un honor dar noticias importantes a las instituciones.

Después del descubrimiento de las dos maletas de Gelli, se reabren las investigaciones arrinconadas por la Magistratura sobre tráfico de armas, atentados y asesinatos. Entre ellos, el del juez romano Vitorio Occorsio, que cayó bajo los balazos de los neofascistas días después de haberse interesado en el asunto de la P-2.

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