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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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Salvemos lo pequeño

Me retrato entre las chicas de Llongueras, las bellas muchachas que llevan el pelo de colores inventados y las piernas de luto largo, desnudo y suntuoso. El propio Llongueras me invita a pasar la mano por esas cabelleras de levedad y cobre con orgullo peluquero, mas para mí es como acariciar el pajonal de junio venidero, que está aquí mismo, y por esas cabezas jóvenes corre el estremecimiento de lo presentísimo, la gracia de ahora mismo.La gente, la hermosa gente. En cuanto la vida se deja a su caer, en cuanto la hermosa gente (se nos ha muerto Saroyan cuando más tendríamos que invocarle) hace su vida, un país funciona, se advierte la tendencia natural del aire y el color democrático del tiempo. Ramoncín llena la noche con su grito urbano/ suburbano y desesperado, «cómete una paraguaya, cómete una paraguaya, cómete una paraguaya», y su basca, mientras él toca y muere, se pasa la jarra de cerveza naturalmente, de mano en mano, de boca en boca, en una eucaristía juvenil y nocturna que los políticos ignoran y los matones matan. Por aquí va la vida, toco España, por qué la hermosa gente, por qué el curso del tiempo es secuestrado en oficinas negras. Quién no nos deja en paz. Estamos hartos. En casa de Fernando Fernán-Gómez, con Juana Mordó, que ha descubierto a un gran pintor extremeño que triunfa en Europa. «Lo voy a traer para el otoño». Gloria Fuertes, que ha encontrado y premiado una niña poeta. que le dice: «Ballena, tú eres la madre de todos los peces y de todos los ríos». Carlos Barral, con las pastillas para no beber y el dandismo marinero que siempre ha cultivado, como un capitán Nemo que leyese a Julio Verne. La Chunga, elegante en blanco y negro, morena de verde sin luna, que empezó bailando descalza y ahora viene (a casa de Fernando) muy bien calzada. El propio Fernando:

-Yo no soy elegante, Paco, mira, este traje es de confección. A ti todo te sienta, yo soy un desastre -se me queja.

Genial desastre, humanísimo desastre, hombre/desastre que ahora vuelve a tener el corazón en donde estaba, y yo me alegro. Fernando Quiñones, que dice que en su Andalucía la hermosa gente respeta la memoria, sin saberlo, como Bertrand Russell: «El que tiene mucha memoria y se acuerda de todo, es el genio del pueblo». Las gentes de una vida, hombres y mujeres que han teñido y tejido mi época, que han ilustrado nuestra historia. Hablo de Quevedo en un instituto de segunda enseñanza: «Tudescos moscos de los sorbos finos». Qué placer, qué gozada explicar este endecasílabo asombroso y riguroso a unos chicos que no van de bonito, como los de los colegios protegidos: Quevedo, un vino con moscas. En entero se metió en este verso. Quevedo conoció la hermosa gente. Pero sigue la noche y en el Olimpia están los del King Crimson, suena su rock sinfónico, hay empleadas con dolor de ovarios: fiebre del viernes noche, o d el sábado, la gente es que no para, qué marcha tiene el mundo. En cuanto este país se deja a su caer, todo el mundo vota por la vida, por su libertad o su trabajo. Somos un río, el personal, en el que ningún dictador se bañará dos veces. Quién ennegrece la costumbre, por qué no dejan fluir la democracia natural que trae el sábado: Es como si los desestabilizadores, temerosos de que nos arregostemos en la democracia, quisieran cada poco interrumpirla.

Que nos dejen querernos ya a los españoles. Es como si el terrorismo y el golpismo temieran que la gente se reconozca por la calle. La paz se hace sola, la guerra hay que hacerla. España ha descubierto que de demócrata se está mejor, y eso es lo que no quieren que sepamos. Sólo de trecho en trecho puedo tocar la vida, la violencia cordial de la música, la dulce temperatura de lo diario, el pelo de esas chicas. Salvemos lo pequeño contra el aullido atroz de las mayúsculas.

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