La presencia escocesa aterroriza a Londres

Todos los permisos de la policía londinense han sido cancelados para hoy. Algunas líneas del Metro cerrarán. Los propietarios de muchas tiendas están protegiendo sus escaparates y numerosos bares no abrirán sus puertas hasta el próximo martes. La población de Londres está asustada de la invasión escocesa. A pesar de todas las dificultades, se espera que más de 40.000 escoceses asistan hoy en Wembley al partido de fútbol de su equipo nacional contra Inglaterra.
El partido Escocia-Inglaterra se celebra cada dos años en la capital británica, y uno puede recordar lo temerosos que estaban los pocos londinenses que quedaban en la ciudad por estas fechas en 1979. La asociación de fútbol británica ha avisado ya que si se repiten las escenas de vandalismo del pasado este partido dejaría de jugarse aquí en el futuro. Esta amenaza no ha hecho sino ratificar la determinación de estos habitantes del Norte de bajar hacia el Sur, para lo que podría convertirse en una última ocasión.
Es sabido que estos pocos sobrios escoceses destruyeron hace dos años varios vagones del Metro, aterrorizando a su personal y a los pasajeros. Por ello, un tercio de las líneas del Metro cerrarán hoy en Londres, con lo que muchos entusiastas escoceses tendrán que recorrer a pie más de quince kilómetros para llegar hasta Wembley.
Allí, en el estadio, estarán completamente prohibidas las bebidas alcohólicas, prohibición que se ha extendido a los trenes del viernes al sábado, comenzándose ya a ver figuras desesperadas jugando al dominó o a las cartas en sus vagones. Para intentar disuadir a este ejército de venir a Londres, la Asociación de Fútbol decretó que no se venderían entradas para este partido en Escocia; pero el mercado negro, primero discretamente y luego acelerando su quehacer, ha funcionado con una nada extraña eficacia, aunque los precios de los boletos se hayan triplicado.
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