Castedo
El artista de los tatuajes decora el cuerpo desnudo de Victoria Vera, un rebaño de ovejas pasta en los pasillos de Televisión Española, el personal merienda sentado en los rellanos, tipo bocata casero, porque han hecho huelga de cafetería o la cafetería ha decidido pasar de funcionarios (esto no está muy claro), Maruja Callaved, sentada en una silla, como la portera de la fábrica, ve pasar el rizo rizado del ocio frente a sus ojos claros, tras los veinticinco años de paz que ha disfrutado en la Casa (siempre dicen «la Casa», los de la casa), y Castedo, el hombre/enigma, se sujeta con candado a su despacho mientras pasan sobre él tornados, intoxicaciones, represiones, influencias, afluencias, presiones y decapitaciones. Hace bien.Hermida pasea un plátano en alto por los despachos, a modo de signo de victoria (no sé si priápica), la Prego es por fin una locutora/redactora que redacta en el aire y de cara al público el apunte de noticia que tiene anotado, Carmen Maura es la presentadora, anti/Marisa Medina, anti/Dama de Elche, que se mueve, duda, se tira del escote e incorpora al medio, para enriquecer el mensaje, sus propias incertidumbres -deliciosas- de mujer, de actriz, dé presentadora. A mí me llaman para hacer tertulia con Fernando Fernán-Gómez, Gloria Fuertes, Otero Besteiro, más un intelectual y una folklórica todavía no decididos. «Esto se mueve», hubiera dicho Galileo, pero la Moncloa interrumpe el programa OTAN con el coño de Tejero (nunca palabra ni instrumento más útil en nuestra vida público/privada), y un gerifalte de los antaños de ucedé dice que TVE tiene que ser del Gobierno.
La involución/recuperación de RTVE, en los escasos acres que el Poder había cedido, la he experimentado yo en mí mismo, pues que lo fugitivo permanece y dura, y yo,soy lo fugitivo que ni permanece ni dura.
Mi entrevista con Areilza, en víspera de su elección para el Consejo de Europa, no se dio aquel sábado visperal (se perdió la lata de la grabación, hubo mogollones, cirios y expedientes), sino al sábado siguiente, cuando la noticia ya no lo era. Luego hemos tenido tratos para un co.mentario radiofónico mío, tratos que se han parado en seco, in situ e in corpore in sepulto con el razonamiento de que yo había doblado mi exigencia económica, siendo así que jamás planteé ninguna exigencia, sino que acepté la primera cifra que me había sido ofrecida. Siempre hay alguien detrás de alguien que le pone el veto a alguien. Tola me invitaba a entrevistar en su programa a la maravillosa muchacha vallecana del filme de Saura De prisa, de prisa (lo seguiré escribiendo separado, y perdona, Carlos, amor), pero cuando yo pedí mi pela de entrevistador me dijeron que bueno y esta es la fecha. Naturalmente, ni ustedes ni yo nos perdemos nada, pero tenemos un dato más -mínimo- para saber que la Administración, formidable y espantosa máquina que se administra a sí misma (siempre ha sido igual), acabará devorando incluso a mi querido Senillosa (que hoy me escribe), y estoy seguro de que Senillosa tendrá que tomarse sus cubatas en el interior de la ballena alegre y joseantoniana, como Jonás sentado en el páncreas bíblico de aquella otra ballena, que a lo mejor es la misma. A ver si los pasotas, con su eslogan «Salvad las ballenas», que las muchachas llevan sobre el inexistente seno izquierdo, recuperan alguna ballena y, sobre todo, la que se haya tragado al Seni como un anzuelo, o sea el Moby Dick oceánico del papeleo administrativo.
La televisión, búnker en palcolor, viejo Mississippi del tardofranquismo, se reencuentra consigo misma entre ovejas merinas y Marujas Callaved como alegorías sentadas -del tiempo perdido. Para mover hoy un país -España- hay dos musculaturas: televisión y masas. Las masas las van a desarticular en clubes y la teletonta vuelve a las Damas de Elche, Damas de Baza y damas ministras. La utopía se llamó Castedo.
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