Silencio contra el terrorismo
Hoy he sentido ganas de llorar, he sentido ganas de gritar a los cuatro vientos la grandeza y humanidad de este tan controvertido y bendito país nuestro.Han bastado tan sólo dos minutos para volver a demostrarme esa fe ciega que siempre mantuve acerca de la factible gobernabilidad de esta nación.
Lejos de toda clase de intereses insidiosos, lejos de toda
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problemática sutil, de todo egoísmo impersonal, he podido connotar y reafirmarme en torno a un epígrafe claro y contundente: «España: ese gran pueblo».
Bastaron dos minutos para demostrar tangiblemente el deseo común de vivir en un país en paz y solidario. Durante dos minutos, y paradójicamente en silencio, sin devaneos verbales, rompimos las barreras de nuestra incomunicabilidad, de nuestro monótono e indiferente vivir cotidiano, y evidenciamos una plausible e incuestionable conciencia cívica como re pulsa ante la nueva escalada terrorista de los últimos días. Un saber ser y estar.
Hoy, más que nunca, debemos mantener la calma y sensatez tanto en acciones como en pensamientos. Hay que ser conscientes de que el mundo está pasando momentos de serias dificultades y de que una de sus mayores lacras sociales es la de¡ fenómeno terrorista.
Evitemos, pues, hacerle el juego a toda acción involucionista y con fiemos en la capacidad de nuestras instituciones. En esas instituciones con mayúsculas, que por encima de cualquier fanatismo destructivo. del signo que sea tienen que representarlos únicos medios razonables y lícitos de regulación social admisible y racional. La larga madurez histórica. nos enseña que toda anarquía, todo descontrol, toda imposición de ideas o intereses particulares, desconfiguradores, y que pretende conseguirse median te la fuerza y la violencia, lleva a un final triste.
Toda la compleja problemática de nuestro país conlleva grandes sufrimientos y esfuerzos en la resolución de los mismos. Sufrimientos esfuerzos, que y son encauzables únicamente por unas directrices que presupongan la conjunción de opiniones contrastadas. Opiniones que, aun siendo diferentes y manifestadoras de distintas ideologías socialmente admitidas y respetadas, mantienen una competitividad social constructiva.
Contra toda acción brutalmente coercitiva y desvinculadora está el repudio e indignación generalizado y el aunamiento en torno a esas posturas serias y serenamente reflexionadas que proporcionen los métodos idóneos para combatir ese terrorismo. Por todo ello, hoy más que nunca hay que evitar toda actitud irreflexiva que favorezca el triunfo de esos incongruentes medios destructores con los que somos continuamente instigados.
La consecución de una sociedad pacífica está en construcción. Métodos racionales para su cimentación los tenemos mientras se permanezca en unión, y en esta fecha del 8 de mayo de 1981 lo hemos demostrado en tan solo. dos minutos.
Dos minutos bastaron para evidenciar que, contra todo lo que entiendan y pretendan lograr esas actividades terroristas promovidas por incalificables personajes, sus actos deben tener «el único provecho» de fortalecer y favorecer el entendimiento común de ese gran pueblo que es España como el de un Estado soberano, democrático. Como toda gestación, la de nuestra sociedad democrática es larga, y su parto final es doloroso; pero el fruto obtenido llena de gran satisfacción.
Hoy, en definitiva, tanto física como moralmente, he sentido ganas de abrazarme a mi congénere y de llamarle hermano. /
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