La demanda de crédito del sector privado ofrece síntomas de recuperación en abril
La demanda de crédito del sector privado a las instituciones financieras ha comenzado a dar síntomas de recuperación, por primera vez en el año, durante el pasado mes de abril, según un avance de la encuesta realizada por el servicio de estudios del Banco de Bilbao. Esta es la primera vez durante 1981 que se quiebra el ritmo decreciente de financiación por parte de las empresas a las entidades de crédito.
La curiosa situación que se produjo en el primer trimestre del año, donde las entidades de crédito tuvieron dificultades para realizar operaciones de préstamo entre sus clientes, no se había registrado desde 1979. Pero en aquel año la financiación al sector privado cayó como consecuencia del desarrollo de una política monetaria restrictiva, mientras que en esta ocasión han sido la falta de expectativas empresariales -según medios del sector bancario- la circunstancia que ha determinado la desaceleración evidente en la demanda de crédito.Frente a esta afirmación, otras fuentes consultadas por EL PAIS manifestaron que son precisamente las condiciones de la financiación que ofrece el sistema la circunstancia que retrae a los empresarios a realizar nuevas inversiones.
Uno de los extremos más curiosos que se ha dado en todo este proceso ha sido el de que los tipos de las operaciones de activo, es decir, de los préstamos, no sólo no ha bajado, sino que incluso han observado una cierta tendencia al alza. La justificación a este fenómeno, que contradice casi todas las reglas del mercado, hay que buscarla en dos principios. Por una parte, el mecanismo de tipos activos artificiales, que permite unos márgenes de intermediación aceptables en relación con el precio que las entidades crediticias pagan por sus depósitos, es extraordinariamente rígido, en segundo lugar, el mecanismo que lógicamente debería funcionar de forma alternativa a los propios procesos de la banca, la subasta de dinero en el Banco de España, se ha mantenido prácticamente estable, e incluso ha experimentado una ligera tendencia alcista.
La rigidez de los tipos activos de la banca viene dada por la necesidad de mantener unos márgenes de intermediación notablemente ajustados, entre el precio que las instituciones pagan por sus pasivos, a los que hay que incorporar los elevados gastos de estructura, las importantes dotaciones a previsión de fallidos, la cobertura de los coeficientes obligatorios, y lo que perciben por su actividad inversora.
Además hay que considerar que, según las últimas manifestaciones de representantes cualificados del sector, se está apreciando un empeoramiento progresivo en la calidad del riesgo que ofrecen los demandantes de crédito en los últimos meses. Se da además el hecho de que el desplazamiento hacia las modalidades de plazo que han observado los depósitos en la banca, hacen aún más difícilmente repercutible un posible descenso en los tipos de retribución de las operaciones de pasivo.
Búsqueda de mayores niveles de retribución
En cuanto al segundo motivo genérico que no ha actuado como cabía esperarse, es decir, una reducción de los precios del dinero en la subasta del interbancario, las razones que han actuado fundamentalmente han sido las de impedir una posible «fuga de capitales», el producirse una baja de los tipos de interés. En un momento como el actual, en que los tipos de interés en los mercados financieros internacionales están registrando claros movimientos alcistas, el reconocimiento de la situación de desahogada liquidez con que cuenta nuestro sistema, y la lógica baja en los tipos de retribución a los inversores, produciría una fuga de capitales en liquidez en busca de unos niveles más gratificantes de retribución.Con la situación prevista para el año 1981 de la balanza de pagos, este es un riesgo que evidentemente no puede correrse, máxime cuando la existencia de capitales ociosos en el sistema, que pretenden tan sólo unos niveles de retribución lo más alto posible (olvidándose de la inversión productiva directa), es una realidad más que contrastada.
Se plantea así la resistencia no sólo de la banca, sino del sistema en general, a realizar modificaciones a la baja en los tipos de financiación, e incluso se manifiesta y se pretende que la trayectoria de éstos sea ascendente. Como esta circunstancia resulta difícilmente rebatible se están empleando mecanismos sustitutorios para alentar la demanda de crédito, y que en general suponen un alargamiento en los plazos de financiación. Esta es la razón por la que algunas operaciones de crédito, importantes por el monto que suponían, y que encontraban una fortísima contestación en medios financieros hace apenas tres meses, estén siendo firmadas sin mayores inconvenientes en las últimas semanas.
Por último hay que señalar el efecto contradictorio que está teniendo el comportamiento alcista del dólar y de los indicadores financieros de mayor uso -el prime rate y el libor- entre los exportadores españoles. Existe una corriente bastante extendida que tiende a asimilar la baja de la peseta en relación al dólar, con la prosperidad de los exportadores nacionales. Sin embargo, diversos exportadores consultados por este diario han manifestado que existen diferencias importantes. La afirmación es cierta para aquellos industriales que no precisan materias primas importadas para la elaboración de sus producto o que tienen un importante volumen de existencia, pero pierde mucha realidad cuando los componentes de los productos han de ser traídos de otros países. El pago del porcentaje más significativo de las importaciones españolas se produce en dólares, mientras que los principales mercados de los productores españoles son los de la CEE y países suramericanos, que no acostumbran a indicar sus deudas en la moneda norteamericana.
Existe además el problema del encarecimiento de los costes financieros de las empresas españolas que se han endeudado en el exterior, fenómeno muy extendido en los últimos años, como consecuencia de la incapacidad del mercado interior de atender a las necesidades financieras a medio y largo plazo de las empresas españolas. La mayor parte de estos empréstitos han sido realizados a tipos de interés flotante y, por tanto, son extremadamente sensibles a las oscilaciones del dólar -principal moneda patrón- y, en cualquier caso, de los indicadores financieros convencionales.
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