Antonio Gala: "Madrid ha de ser por San Isidro la ciudad alegre y confiada"
«Madrid ha de ser, por San Isidro al menos, la ciudad alegre y confiada», manifestó ayer el escritor Antonio Gala dentro del pregón de las fiestas de San Isidro, con el que se inauguran oficialmente los festejos al patrón de Madrid. El acto, al que asistieron el alcalde de la capital, Enrique Tierno, y el presidente de la Diputación, José María Rodríguez Colorado, fue presenciado, según fuentes municipales, por unas 6000 personas.
Antonio Gala, que comenzó el pregón calificando de osadía que un isidro hablara de las fiestas de San Isidro, manifestó su deseo de paz al decir: «No más fuegos en Madrid que los artificiales, ni más vaivenes que los de la noria, ni más tiros que al blanco y al pichón, ni más tragedias que las de los teatros, ni más peligros que los de las corridas de toros, ni más gigantones y cabezudos que los que estamos viendo».Asimismo, Gala manifestó que «no se diga que no está la Magdalena para tafetanes, ni el horno para bollos, ni Madrid para fiestas. Si está. Que estamos vivos y la vida es una fiesta a la que todos, sin excepción, hemos sido invitados, y nacimos a ella para satisfacernos y amar y cumplirnos y decir nuestra palabra antes de que la muerte nos alcance».
En el curso de su intervención, el escritor dijo que la plaza Mayor «es el trasunto de todas las plazas mayores de la patria. Esta corredera es la representación hoy de todas ellas. Amo las fiestas, amo a Madrid y amo a Madrid en fiestas».
Según dijo Gala, «son el amor y el entusiasmo y el alborozo los que construyen una ciudad, y cada uno es responsable de su trozo de acera y de la dicha que cabe en su trozo de acera».
El pregonero de este año habló también de Madrid, una ciudad que, a su juicio, «podría vivir muy tranqui sin tanto aluvión y tanto arrastre como le hemos traído los de fuera»; una ciudad que «no está en los ministerios ni en la chirriante rueda de la política: está en sus barrios y en sus atardeceres, en los sainetes de don Ramón de la Cruz y de Arniches, en las comedias de Lope y Tirso, y Calderón, y Montalbán; en las sátiras notariales de Quevedo, en el idioma limpio de Cervantes, en los manolos y en las majas y en los chisperos que armaron la tremolina un 2 de mayo, en las crónicas de Mesonero Romanos y de Larra, en los cartones irisados de Goya. Madrid ha dado de sí cuanto podía. Quien lo tenga por enemigo o es ignorante o es ingrato».
Antes de que se leyera el pregón, las personas que habían acudido a la plaza Mayor asistieron a la actuación del grupo de teatro Els Comediants, así como a un pasacalles en el recinto porticado.
Por la tarde, los madrileños pudieron elegir entre un recital de zarzuela, a cargo de la Agrupación Lírica de Madrid; un festival de rock que se celebró en la plaza de toros de Las Ventas; una verbena popular, que estará durante todas las fiestas instalada en la carpa de la Chopera del Retiro; un programa de música clásica, a cargo de la Joven Orquesta de Cámara de Madrid; varias actuaciones de teatro, un recital de jazz y otro de música pop.
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