Estados Unidos no concederá a España garantías de defensa en las negociaciones bilaterales
Estados Unidos considera que el nuevo contrato bilateral con España no debe incluir garantías de defensa del territorio español y sí facilidades para que el Ejército norteamericano pueda utilizar la bases hispanas en operaciones de conflicto en Oriente Próximo y en el golfo Pérsico. Estas son, al menos, las posiciones esenciales que altos responsables del Departamento de Estado y del Pentágono americano (Ministerio de Defensa) han transmitido a medios políticos hispanos de toda solvencia en las últimas semanas.
Desde la reciente visita del general Haig a Madrid, hace unas semanas, las posiciones negociadoras de España y de Estados Unidos para la renegociación del Tratado de Amistad y Cooperación bilateral -que pueden estar presididas por Carlos Robles Piquer por parte hispana-, que caduca el próximo día 25 de septiembre, no ha progresado nada en lo esencial. Lo que es peor, en Washington y muy a pesar de la urgencia de los plazos se tiene la impresión de que el Gobierno de Calvo Sotelo no sabe bien lo que desea para su política defensiva exterior. De momento, en la capital americana se ha rechazado la idea del ministro Pérez-Llorca de negociar un acuerdo puente Madrid-Washington, a la espera de que el Gobierno hispano culmine su política de ingreso de España en la OTAN.
Para Estados Unidos, el acuerdo bilateral es importante. Considera que el modelo de acuerdo que Washington mantiene con Turquía (país miembro de la OTAN y hoy bajo la dictadura militar) puede servir en su estructura como base de la negociación con España. Asimismo, no desea acuerdo-puente o interino-,sino una relación de cinco años, porque, entre otras cosas, no quiere un vacío contractual dada la difícil situación interna hispana, y, por otra parte, sabe que el Congreso americano no aprobará un presupuesto de ayudas económicas a Madrid si no existe un compromiso de cinco años como mínimo.
En todo caso, sí están decididos los americanos a no comprometerse en el nuevo acuerdo a dar a España una garantía de defensa en caso de conflicto con un país tercero. Esta situación estaba recogida ya en el contrato anterior, aunque con matices e incluyendo una declaración del entonces secretario de Estado Heriry Kissinger, quien, en julio de 1974, hizo una declaración ante el ex ministro hispano Cortina Mauri, en la que se desprendía, al menos tácitamente, un compromiso de defensa conjunta.
Por el contrario, la parte norteamericana exige garantías para la posible utilización de sus bases en eventuales conflictos en el Oriente Próximo y en el golfo Pérsico. Aquí la oposición surge por , parte española. Se recuerda como el ex ministro de Exteriores López Rodó impuso condiciones a la utilización de las bases en 1973, durante la guerra del Yon Kipur (último conflicto árabe-israelí), y que también hubo protestas de la Administración hispana por otras utilizaciones posteriores, como el vuelo de los F-16 a Arabia Saudí, con motivo de la crisis de Irán. En este apartado, Washington sabe que tanto el Gobierno como la oposición están de acuerdo en no hacer concesiones que pudieran implicar a España en un conflicto tercero.
Ante esta actitud, en medios próximos al Pentágono americano se insinúa la posibilidad de que Estados Unidos podría interesarse en instalar bases en Marruecos en lugar de España, para garantizarse el puente aéreo. Esta idea, más ficticia y considerada como arma negociadora en Madrid, es considerada por expertos hispanos como poco viable, dado que Marruecos no podría dar facilidades a Estados Unidos para intervenir en problemas del mundo árabe sin perjuicio importante para su política exterior.
En cuanto a la negociación del contrato bilateral, las fuentes norteamericanas aseguran que prefieren la renovación del vigente acuerdo mediante una prórroga corta hasta la firma de un nuevo contrato, siempre de cinco años, antes que toda sustitución del tratado actual por un acuerdo-puente o interino. Asimismo, estas fuentes aseguran que Washington considera que si España entra en la OTAN no hará falta mantener la relación bilateral con rango de tratado sino de acuerdo, como ocurre en otros contratos de Estados Unidos con países miembros de la OTAN.
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