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Reportaje:

La todavía poco explotada "industria del ocio" impondrá a la sociedad la "especialización" del tiempo libre

Mañana, lunes, a primera hora, cuando los braceros comiencen a remover las cosas de La Feria del Tiempo Libre, o Expo-Ocio 81, alguien se frotará los ojos en la Puerta del Angel: de repente verá pasar barcos, aviones, órganos y bicicletas, y sin saber por qué empezará a silbar la canción Horror en el hipermercado. Mientras tanto, alguno de los centenares de miles de madrileños que han visitado la exposición volverá a revisar sus anotaciones: todas ellas serán proyectos para ocupar las horas vacantes del próximo fin de semana, tal vez los días de verano, y estarán ineludiblemente ligadas a un objeto escogido en el Palacio de Cristal de la Casa de Campo.

Para divertirse en tierra

Los fanáticos del bricolage han teinido muchas razones para perder el gusto. Las innumerables ofertas de módulos de madera y metal, los barnices sintéticos, las colas y las pinturas de insospechadas propiedades desembocan siempre en los fetiches mecánicos llamados herramientas y, sobre todo, en la pistola con motor o taladradora, que es el eslabón perdido entre el martillo neumático de picapedrero y el torno de dentista. Las ilusiones de los moderados terminan en los modelos equivalentes al «CSB 650 WE" de Bosch, capaz de serrar y cortar en línea recta o en curva, de rebajar en doble entido de giro, con dos velocidades mecánicas y cinco electrónicas. Tiene dispositivo de percusión y una variadísima serie de accesorios. Los exquisitos, son desde luego los barrocos, han podido gozar con la contemplación del maletín Miniplex, dotado de un microtaladro de menos de doce centímetros de longitud y apenas 30 gramos de peso, especial para trabajos de precisión en joyería y modelismo.Los adictos a la jardinería han suspirado ante el tractor de bolsillo Murray, de once caballos, capaz de afeitar el césped, más que cortarlo. Pero la máquina más conmovedora para los madrileños que llevan un chalé dibujado en el subconsciente es la hormígonera portátil Brico Mom, de ochenta litros de capacidad, desmontable, con motor opcional eléctrico o a gasolina, y concebida para rendir durante más de cinco años, después de amasar ocho horas al día. Sin duda, los constructores de las pirámides empezaron con menos.

El Palacio de Cristal está poblado por una corte de los milagros en la que se suceden pianos mecánicos, máquinas de coser educadas para marear la aguja y dirigidas en silencio por una especie de ordenador o modista impreso, colecciones de libros de lomos chillones, y., para cerrar el cortijo, el llamado Digi-libro 1, que dispone de «todos los componentes necesarios para el montaje del ordenador lógico: pasivos, semiconductores, circuitos integrados, terminales de conexión y juego de cuarenta cables ... ». Los principiantes pueden hacer dedo con el Junior computer, de Elektor, un diccionario a pilas. Vivir para ver.

Los mentores del circuito de karting Paesa, instalado en la carretera de Villaviciosa de Odón a Boadilla del Monte, muestran varios tipos de bólidos y un calendario de competiciones. Al lado se exponen cochecitos de fórmula 1 que caben en un bolso de mano. Pueden pilotarse por control remoto, alcanzan velocidades-punta de 130 kilómetros por hora y están equipados con motor dé explosión, frenos de disco, embrague centrífugo y alerones regulables. En el mismo pabellón se ofrecen también barcos, aviones y helicópteros. A unos pocos metros de distancia, el Real Aero Club de Ávila propone bautismos de aire, cursillos de iniciación al vuelo y cursos de piloto privado. El único produelo en venta, junto a la mesa de azafatas, es una avioneta Piper PA-38-112 Tomahawk, o Tomasín, según se la conoce en ambientes domésticos. Es una biplaza de silueta contenida y ligera. Probablemente vuela con un soplo.

Los importadores de motocicletas han reunido lo último de Yamaha, Suzuki y Guzzi; pero, sin duda, los visitantes se detienen un minuto más ante la Shifty 900, una exuberante italiana de cuatro marchas y 269 kilos de peso, acoplada a un motor de Fiat 127, cuyas caderas sobresalen por encima de los pedalines.

El poder ecologista está representado por los muestrarios de bicicletas. En un lugar privilegiado se distingue una Botecchia. Es lo que podría llamarse «la bicicleta soñada»; un esqueleto de aluminio y titanio que apoya los tubuidres en el suelo con sutileza, tal como una bailarina debe apoyar las punteras de las zapatillas. Todos hemos pedaleado en ella alguna vez, siempre a rueda de Bahamontes, siempre en lo más duro del Tourmalet o del Aubisque, bo-teé-chia, bo-tec-chia y por eso, cuando El Aguila de Toledo ganaba el Tour, todos terminábamos agotados. Ahora resulta que la bicicleta soñada era casi inalcanzable: vale más de 100.000 pesetas. Pero las hay «de mediacarrera» a muy buen precio.

La casa a cuestas

Una mayoría de la superficie del pabellón XI está dedicada a las caravanas. Hay casitas de duendes, palacetes para millonarios, búnkeres móviles para fugitivos. Ibérica de Caravanas presenta el modelo Savoy de la casa Bluebird, con tres dormitorios, ducha y cuarto de baño; Benimar ha construido, sobre un robusto chasis motorizado, un piso rodante con frigorífico de 105 litros, cocina de tres fuegos, extractor de humos, ducha, ventanas dobles y un cierto «retrete eléctrico» capaz de prestaciones no especificadas. Los inconformistas podrían incorporar, con ayuda de un buen diseñador, módulos de sauna finlandesa, piscinas hinchables de gran capacidad, porches, tiendas de alivio.La casa Mercedes ofrece siete versiones de un modelo familiar, que puede utilizarse como tractor de cualquier caravana, Y cuatro todo terreno. La estrella es el jeep 280 GE de seis cilindros. Pesa 1.935 kilos y puede alcanzar una velocidad de 160 kilómetros por hora.

Dicen los habituales que, a pesar de todo, Expo-Ocio 81 ha sido la feria náutica. Los esquifes y botes de fibra de vidrio, las afiladas motoras de competición, los patines, las tablas de surfing, los veleros y los yates han convertido la Casa de Campo en un puerto de secano gracias a los camiones-trailer y a la fe de los vendedores. «El único rasgo marinero de Madrid ha sido, hasta hace unos años, el Ministerio de Marina», dice un visitante. Pero, sorprendentemente, los marineros en tierra quieren disfrutar del encanto de navegar en astillero, y prueban a empuñar los timones, a calcular velocidades, calados y esloras, a la espera de una milagrosa crecida del Manzanares o de la transfiguración del lago. Casi todos caen al fin en la tentación de visitar el Lancer 44, un motovelero de lujo, cuyas medidas de pasarela son 13,50-4,25. Está rematado interiormente a mano en madera de teca, bronce y alfombra. Tiene. evidentemente, la solidez naval que en la contemplación de los grandes barcos obliga a pensar en cosas perdurables.

Hay en los catálogos de Expo-Ocio 81 un lugar para el cañón prusiano Federico II, que se vende por piezas, y para infinitas bandadas de gaviotas de plástico. Siempre lugares para la quietud o para el vértigo,

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