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"Nada puede salvar ya a mi hijo", afirma la madre de Bobby Sands tras visitarle en la cárcel

Andrés Ortega

«Nada puede salvar ya a mi hijo», afirmó ayer tarde la madre de Bobby Sands, al abandonar la prisión de Maze, donde el miembro del Ejército Republicano Irlandés (IRA) provisional y diputado del Parlamento británico entró ayer en su 61 día de huelga de hambre. Rosalyn Sands, según AFP, comunicó a los periodistas que había prometido a su hijo no exigir a los médicos que le salven una vez entre en coma. «Quiero a mi hijo como todas las, madres, pero le he hecho esa promesa, y él se está preparando para el fin. Nada puede salvarle de la muerte», agregó.

El sacerdote John Magee, enviado del papa Juan Pablo II, regresó ayer a Roma, y aunque aún se mostraba optimista de que su misión pudiera haber tenido éxito, todo indica que Bobby Sands seguirá con su huelga de hambre, temiéndose que no sobreviva más allá del fin de semana. Todo el mundo se prepara para el fatal acontecimiento.En algunos barrios católicos de Belfast y de Derry, los comités de defensa, recién organizados a nivel local, han distribuido folletos a la población pidiendo que se almacenen víveres y medicinas, y que los niños sean recogidos en las escuelas y llevados a sus casas tan pronto como se sepa la muerte de Sands. También se está empezando a preparar su entierro. Los comités contra los Bloques H piensan pedir tres días de luto a sus seguidores, y un día de huelga.

El secretario británico para Irlanda del Norte, Humphrey Atkins, en una larga declaración, criticó ayer duramente al IRA Provisional por «crear un clima de tensión y de miedo» en toda la región, y por provocar enfrentamientos sectarios y crear unas condiciones en las que pueda alimentarse y justificarse la violencia.

Atkins informó ayer al Gabinete de la situación general en Irlanda del Norte, examinando la cuestión de la seguridad. Por ahora, el Gobierno británico no tiene la intención de enviar más tropas al Ulster. Atkins informó, asimismo, a sus colegas del Gobierno de las condiciones físicas de Bobby Sands.

La policía del Ulster continúa deteniendo a líderes republicanos, siendo ya unos sesenta el número de arrestados. Siguen produciéndose en Belfast, y en algunos otros lugares, violentos enfrentamientos entre jóvenes católicos y fuerzas armadas.

Nadie sabe lo que ocurrirá en los próximos días, pues, entre otras cosas, Sands parece mucho más resistente de lo que se esperaba. A no ser que el Gobierno británico optase repentinamente por dar marcha atrás, Sands está firmemente decidido a morir, y así se lo habría señalado al padre Magee, enviado del Papa. Magee viajó en la mañana de ayer a Dublín para asistir al entierro del sacerdote James Murphy, asesinado el martes por unos ladrones. Pero pese a las especulaciones, no se entrevistó con el primer ministro irlandés, Charles Haughey. Magee creía ayer que su misión aún podría dar resultado y, en una breve declaración, señaló que había hecho, en nombre del Papa, un llamamiento a Sands y a sus tres compañeros para que terminaran su huelga de hambre, a la vez que había expresado a Atkins su profunda preocupación por la situación norirlandesa. La mediación del Vaticano no parece, pues, haber tenido éxito, en una región donde los católicos más extremistas no sienten simpatías por un Papa que, por razones oficiales, no llegó a visitar el Ulster cuando viajó a Irlanda.

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