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SEPTIMA CORRIDA DE LA FERIA DE SEVILLA

Paquirri fuera de combate en una cogida impresionante

Plaza de Sevilla. Séptima de feria. Toros de Torrestrella, bien presentados, con casta. Paquirri: estocada corta (silencio). Pasó a la enfermería, donde se le apreciaron contusiones de pronóstico reservado, y no volvió a salir. Emilio Muñoz: estocada ladeada (vuelta al ruedo). Pinchazo, estocada baja y descabello (aplausos y saludos). Estocada perpendicular (oreja). Espartaco: bajonazo (aplausos y salida al tercio). Estocada delantera baja (palmas y saludos). Llovió durante toda la corrida. Paquirri ha sido internado en una clínica de Sevilla para observación. Paquirri quedó prácticamente fuera de combate al recibir a su primer toro como acostumbra; es decir, a porta gayola, de rodillas. El Torrestrella, al saltar a la arena y encontrarse con el torero, detuvo un poco su carrera, le midió la embestida y no obedeció al engaño de la larga cambiada. Paquirri, prendido más o menos por la cintura, salió volteado de forma impresionante, a gran altura. La violenta pirueta y el porrazo final fueron, ya puede suponerse, de los que parten en dos a cualquiera.

Gracias a su enorme pundonor y a su forma física, Paquirri pudo continuar en el ruedo. Se empeñó en dar la larga cambiada, que en esta segunda intentona le salió limpia, lanceó a la verónica jugándose el tipo y puso el toro en suerte. El ánimo de emplearse a fondo en todos los tercios era el de siempre, pero es evidente que había quedado maltrecho de la cogida. Se abstuvo de intervenir en banderillas y en la faena de muleta apenas le quedaron fuerzas para burlar las acometidas del toro, al que no dominó. Al sentir el escalofrío de la colada optó por abreviar y pasó a la enfermería, de la que ya no volvería a salir.

Quedaron en el ruedo Emilio Muñoz y Espartaco. La corrida, que ya estaba tocada de ala por culpa de la lluvia incesante que cayó durante toda la tarde, perdía gran parte de sus alicientes con la ausencia de Paquirri. Los jóvenes Muñoz y Espartaco, mano a mano, componen un cartel sin color. Sin embargo, a fuerza de arrojo, de ganas de agradar, consiguieron recuperar el interés del festejo.

Espartaco recibió a su primero también a porta gayola, cuando aún quedaba la amarga impresión de la espectacular cogida de Paquirri en la misma suerte. Y a partir de aquí estuvo bullidor y valiente en todas sus intervenciones. Lo malo de este torero es que se ha empeñado en ser un pegapases más, lo cual, a estas alturas, es como querer que le estampen el sello de la mediocridad para toda la vida. En consecuencia, aunque su actuación tuvo mérito, de voluntarioso no pasó, y así queda catalogado en la Maestranza.

Emilio Muñoz, en cambio, hizo el toreo en los tres toros que hubo de matar. Queremos decir que sus faenas, con lógicos altibajos, poseyeron construcción y medida adecuadas a las condiciones de las reses y, en cuanto hubo oportunidad, gusto y sentimiento también. Su fuerte está en la izquierda, que maneja con mando, y prodigó los naturales, de diversa factura. En el sexto los instrumento muy ligados, con técnica impecable, dentro de una faena que fue a más, en la que hubo redondos templados y armoniosos y, para remate, un gran pase de pecho engarzado, sin solución de continuidad, con un hondo y precioso molinete con la izquierda que, por sí solos, valían la oreja que se le concedió. Sale en alza Emilio Muñoz de esta feria. Es torero y tiene por delante un esperanzador porvenir.

La corrida de Torrestrella, bonita de tipo y encastada, contribuyó a la emoción que, en líneas generales, caracterizó la lidia en todos sus tercios. Pudo haber sido otra buena tarde de feria, pero la malogró el molesto aguacero de todos los días. En el tendido sólo se veían paraguas. Había que tener vocación de pescador de chernas para estar allí a gusto (yo tuve a dos a mi lado, en el palco, y vi que disfrutaban como enanos). Definitivamente, san Pedro y sus muchachos son unos pésimos aficionados. Ahora que los -taurinos han conseguido rescatar para la fiesta el toro serio y el toreo bueno, el cielo abre sus fuentes y lo pone todo perdido de agua.

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