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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Reflexiones y expectativas ante el congreso de las Juventudes de UCD

Pasaron ya los años en que, desde los baluartes universitarios, jóvenes de distintas ideologías y creencias hacían de la universidad un foro de discusión política, mientras aunaban fuerzas en su lucha contra el Estado franquista.Pasaron ya los años en que estudiantes de Berkeley, Berlín y París, embebidos por los principios filosóficos de Marcusse, Taubes y Lowenthal, se lanzaban con denuedo contra las instituciones representativas del poder por el que se sentían oprimidos, llegando a una amalgama de diversas concepciones revolucionarias que proponían un mítico y nunca conseguido hombre nuevo que destrozase los llarnadosfetiches del consumismo.

Pero ya no figuran ni Dutscke, ni Cohn-Bendit, ni Krivine, ni Che Guevara entre la mitología juvenil; parece únicamente haber sido la gran revolución musical y su entorno lo único que con fuerza pervive entre la juventud de nuestros días de lo que fue aquella mítica década.

En nuestro país, estos acontecimientos, salvo en ambientes estudiantiles, debido a la falta de libertades del anterior sistema, no tuvieron igual repercusión, pero sí sembraron la semilla de lo que habría de ser la futura contesta,ción generalizada al Estado totalitario.

Hoy, en España, los líderes y sus seguidores de aquella época rayan o superan la cuarentena, formando parte de nuestra actual clase dirigente, y aquellos que en otro tiempo fueron la vanguardia en la lucha por la instauración de una sociedad pluralista son hoy contemplados con escepticismo e indiferencia por amplios sectores de las nuevas generaciones. Independientemente de concepciones ideológicas y actitudes vitales, aparece esta. apatía como denominador común en la gran mayoría de losjóvenes ante la cosa pública.

El rechazo a la triste astracanada del 23-F, del que masivarnente nuestra generación se hace eco, no supone, sin embargo, entusiasmo por la presente situación. Pudiera haber en ello algo de la tradicional desconfianza de los españoles hacia la política, pero especial responsabilidad incumbe también a nuestros directores políticos que han parecido soslayar la particular cuestión juvenil ante el cúmulo de demás quehaceres, que nuestro país afronta. La mayoría de los políticos gusta de halagar a la juventud, pero no tiene conciencia real de lo que sus actitudes suponen.

Hoy, en los inicios de la década de los ochenta, parece cada vez más tangible que el idealismo del que en otro tiempo losjóvenes hicieron gala ha remitido considerablemente, convirtiéndose en escepticismo ante cualquier posible solución, inhibición social, automarginación que convierte el llamado pasotismo en actitud vital cada vez más aceptada por amplios extractos de nuestra generación. Pasan de política, pero ello no supone que la políticapase de ellos; y, por tanto, creemos en la necesidad de que los jóvenes luchemos por la solución de aquellos problemas que con especial virulencia nos afectan, problemas específicos de lajuventud y comunes a toda ella.

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Mientras, parejas que han prescindido del trámite matrimonial contemplan estupefactos las regresivas disquisiciones que algunos políticos se traen con el divorcio, paro y no posibilidad de encontrar un primer empleo frustran las expectativas profesionales de nuestra generación. Grupos que provienen de las clases menos favorecidas recurren a la delincuencia como forma de vicia. El consumo de drogas ha adquirido amplia aceptación en nuestro país sin que las posturas se clarifiquen al respecto, y el servicio militar supone un sacrificio que no se corresponde con una utilidad adecuada al servicio de la comunidad.

Tradicionalmente ha venido considerándose que las organizaciones vinculadas a la izquierda han gozado de mayor credibilidad entre la juventud, tesis, sin embargo, errónea, pues, aparte de una cierta inclinación progresista -por otro lado perfectamente asumible por los grupos no marxistas o no socialistas-, podemos decir que las actitudes políticas de losjóvenes en una sociedad occidentalizada, como la nuestra, son perfectamente equiparables a la de sus mayores, no variando sustancialmente los porcentajes respecto a ellos. Excepción a lo dicho pudiera ser el caso de la juventud vasca, que debiera darnos bastante que pensar.

En todo este contexto vemos cómo mientras las organizaciones juveniles de izquierda dan, mal que bien, la talla, aquellas otras que se suponen representantes de una juventud que cree en una sociedad libre y europeísta no terminan de aclararse; y me estoy refiriendo a las JJUCD, que, teniendo en su mano la posibilidad de convertirse en adalides de una juventud que cree en la libertad como valor supremo, ofrecen, sin embargo, escasas esperanzas en la actualidad. Es esto debido a que las JJUCD nacieron con los mismos vicios de origen que adolecía el partido mayor, y el agravante de una menor preparación de sus militantes. Las luchas internas, carentes de un mínimo bagaje ideológico, amparadas en una numerosa militancia cuya única razón de existir es la de que existan los órganos ejecutivos merced de su voto, impiden la realización de una auténtica política juvenil.

La excesiva intervención del partido, recientemente demostrada, con la absurda pretensión de determinadas personas que, arropadas por un supuesto progresismo, pretenden capitalizar nuestro próximo congreso, convierten a las JJUCD en un engranaje más de la máquina del partido, manipulable como cualquier otro de sus órganos

Es hora ya de que las JJUCD se planteen su razón de ser y existir, dejando de funcionar como si de una jaula de grillos se tratase, y buscando una implantación social de la que hoy carecen, para paliar el desencanto que hoy padece una juventud que, en su mayor parte, sólo desea libertad y paz.

Manuel Pino Cruz es miembro del comité ejecutivo nacional de JJUCD

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