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Grave escape de residuos radiactivos en una central nuclear japonesa

Cincuenta y seis personas estuvieron expuestas a radiaciones en la central nuclear japonesa de Tsuruga, donde recientemente se produjo una fuga de agua contaminada, reconoció ayer la compañía propietaria de la central.

Estas revelaciones y el intento por parte de los directivos de la compañía propietaria de disimular la gravedad del incidente ha reactivado en Japón la eterna polémica suscitada por la introducción de la energía nuclear.Toda la Prensa de ayer titulaba en primera página sobre el accidente de Tsuruga, considerado el más grave desde que el país decidió equiparse con centrales nucleares.

Un equipo de expertos, encargado de investigar las causas de la contaminación detectada durante el fin de semana a raíz del análisis de una muestra de barro recogida en la costa del mar del Japón, descubrió el lunes que grandes cantidades de residuos radiactivos líquidos se desbordaron el 8 de marzo del depósito de desperdicios de la central nuclear de Tsuruga.

Según los expertos, cuyas primeras observaciones fueron dadas a conocer ayer por la Agencia de Recursos Naturales y Energía (ARNE), los obreros de la central omitieron por error cerrar una de las válvulas del depósito.

Cuando se acordaron de la omisión habían transcurrido tres horas, durante las cuales más de cuarenta toneladas de líquido altamente radiactivo se habían desparramado fuera de la central, mezclándose en un colector con las aguas fecales de la ciudad.

Los obreros y empleados de la central intentaron entonces hacer desaparecer las huellas del desbordamiento limpiando el depósito con cubos y mangueras y exponiéndose de esta forma a las radiaciones, afirmaron los expertos El grado de radiactividad del líquido desparramado es de 0,01 microcurios por centímetro cúbico es decir, mil millones de veces superior al de los residuos que evacua normalmente la central, indicó la ARNE.

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Según los primeros cálculos efectuados, radiaciones de treinta milirems han sido detectadas durante veinticinco segundos en el lugar del accidente, lo que equivale a una media de 3.600 milirems por hora, cifra muy superior al límite tolerable de 3.000 milirems por espacio de tres meses.

Este nivel no es, sin embargo, realmente peligroso para la salud, según declaró Ichiro Nakagawa, director de la Agencia para la Ciencia y la Tecnología.

Más aún que los hechos, el intento de los directivos de la central de no divulgar el accidente ha suscitado las reacciones más enérgicas. Altos funcionarios del Ministerio de Comercio Internacional e Industria calificaron la actitud de los directivos de «perversa».

El presidente de la Compañía Japonesa de Energía Atómica, propietaria de la central, aseguró ayer que asumiría sus responsabilidades. Su dimisión, junto con la de la plana mayor de la compañía, se da por descontada.

Este incidente coincide justamente con el intento del Gobierno de poner en marcha su plan de equipamiento del país, que carece de recursos naturales, con 34 nuevas centrales nucleares, que serían instaladas de aquí al año 1990. Actualmente, Japón cuenta con veintiún reactores en funcionamiento, cuya capacidad total de producción alcanza los 14.500 negavatios.

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