_
_
_
_

El Ejército británico se retira a un segundo plano en la lucha antiterrorista en el Ulster

Andrés Ortega

A las cinco de la tarde del 14 de agosto de 1969, ante el derrumbamiento de la policía, y a petición de las autoridades civiles, cuatrocientos soldados británicos cruzaban el puente de Craigavon y entraban en la ciudad norirlandesa de Derry, aplaudidos por la población católica. Doce años después, en algunos barrios de Belfast, la primera reacción de los niños católicos al ver una tanqueta caqui es tirarle una piedra, y sus perros ladran a la vista de un uniforme. Claro que estos niños también tiran piedras contra la policía. Cuando el Ejército llegó, entrenado para la guerra y no para disturbios civiles, no sabía bien qué hacer. Ahora que han mejorado sus técnicas de lucha contra el terrorismo (terrorismo que desarrolló espectacularmente después de 1969), el Ejército británico parece retirarse a un segundo plano, dejando las calles del Ulster a una policía renovada. «Ustedes meten a sus Fuerzas Armadas en el País Vasco cuando nosotros nos estamos marchando de aquí», comentó un oficial en Lisburn, cuartel general del Ejército británico en Irlanda del Norte a EL PAIS.

En agosto de 1969 había 3.000 soldados estacionados en la región; en julio de 1972 esta cifra había superado los 21.000, y en la actualidad hay unos 11.000 soldados británicos allí, y se espera que este número disminuya, aunque no haya terminado la lucha contra el terrorismo ni se haya resuelto el problema norirlandés, que «ni el Ejército ni la policía pueden resolver», según declaró un mando de la Royal Ulster Constabulary (RUC), la policía norirlandesa.Cinco días después de su intervención en Irlanda del Norte, el Ejército asumía la responsabilidad para la seguridad en la región y el 5 de octubre de ese año se producía el primer atentado contra un soldado británico. Desde entonces ha llovido mucho en aquel húmedo país. Los tristemente famosos B-Especiales han desaparecido. Se ha creado un Regimiento de Defensa del Ulster (UDR), integrado por 7.500 hombres y mujeres, para secundar al Ejército en el control de carreteras y puestos. Este regimiento tiende a cobrar mayor importancia a medida que el Ejército se retira y se procede a la ulsterización del Ulster.

Desde que intervino el Ejército hasta hoy han muerto 447 soldados, 144 policías y 1.497 civiles. El peor año fue 1972, con 467 muertos y más de 10.000 incidentes con armas de fuego.

Cambio en la estructura del IRA

Cifras que fueron de 29 y 642, respectivamente, para 1980. La lucha contra el terrorismo ha tenido, pues, ciertos frutos que aún están inseguros. Un primer efecto de esta lucha es que el IRA (Ejército Republicáno Irlandés) Provisional ha tenido que modificar su estructura, organizándose en células, más difíciles de penetrar, pero que supone una mejor preparación de los atentados. La nueva estructura ha permitido también que «unidades del servicio activo» actúen por su cuenta. Naturalmente, los provos no son los únicos terroristas. Están también el INLA (Ejército Irlandés de Liberación Nacional) y, por parte protestante, la Asociación para la Defensa del Ulster (UDA), algunos de cuyos miembros han sido condenados por delitos terroristas, y la Fuerza de Voluntarios del Ulster (UDF), grupo lealista más radical.

La mayoría de los soldados británicos pasan sólo tres o cuatro meses en el Ulster, aunque hay seis batallones de residentes con sus familias que permanecen en la región dieciocho o veinticuatro meses. En general, y esto lo critica la policía, muchos de los soldados se marchan sin haber intentado comprender lo que realmente está pasando allí. Antes de llegar a Irlanda del Norte, los soldados reciben un entrenamiento especial durante dos meses, en algunos campos en Gran Bretaña, equipados con pueblos simulados y toda clase de material electrónico.

De 1969 a 1972 el Ejército estuvo, pues, desempeñando el papel de la policía y decidiendo la política de la lucha contra el terrorismo. En 1976, el entonces primer ministro británico, Harold Wilson, decidió autorizar la actuación de los famosos grupos especiales SAS (Special Air Service) en el Ulster, donde han tenido una actuación poco ortodoxa, violenta y polémica, incluso al otro lado de la frontera con el Eire. Ahora, con tres destacamentos en Irlanda del Norte, su papel en operaciones encubiertas cobra cada día mayor importancia. La creación de este frente invisible, muchas de cuyas operaciones pueden resultar inmorales, ha sido fundamental para que la policía pudiera recuperar un papel primordial.

Política de "ulsterización"

Por otra parte, en 1976 se introdujo la política de criminalización de los terroristas y de ulsterización de Irlanda del Norte, en parte porque así se esperaba crear una situación de normalidad, y en parte porque el Ejército estaba preocupado, dada su presencia en la región, de no poder cumplir adecuadamente sus funciones en el seno de la Alianza Atlántica. El papel de la policía creció, pues, y ahora la RUC es una de las policías más jóvenes del mundo, con una edad media de veinticinco o veintiséis años. Desde 1969, la policía norirlandesa ha doblado sus efectivos, y ahora, rehecha, cuenta con 7.000 hombres y mujeres (un 11% de los cuales son católicos), más una reserva que sólo sirve de apoyo. Estos policías reciben tan sólo una paga extraordinaria de unas 40.000 pesetas al año en comparación con sus colegas británicos. Cuando está de servicio, el personal va equipado con chalecos antibalas, siempre en grupos de cuatro en vehículos blindados y nunca a pie, salvo en los lugares más seguros. Fuera del servicio, se mueven con el mayor cuidado y discreción.

Ejército y policía

Hasta 1976, los jefes de la policía y del Ejército en Irlanda del Norte tenían una reunión semanal, presidida por este último. Ahora, en principio, el Ejército sólo interviene cuando lo solicita la policía. Por ejemplo, la policía no dispone de helicópteros ni. a veces puede dar abasto en las operaciones de carácter más militar en la zona de la frontera con el Eire. No hay, pues, ya una organización central para coordinar a la policía y al Ejército, aunque hay oficiales de enlace a todos los niveles y distintos comités de coordinación, y existe la figura, en la sombra, de coordinador en jefe, principalmente para cuestiones de información.

Lucha de competencias

Tanto los portavoces de la RUC como de las fuerzas armadas insisten en la predominancia de aquélla. La realidad es, sin embargo, muy otra, y muchas veces se puede apreciar a militares intervenir antes que la policía, registrar casas o planear operaciones. Según algunos observadores, manda el Ejército. Las relaciones entre policía y Ejército no han sido todo lo buenas que cabía esperar, aunque últimamente han mejorado algo. Algunos militares reconocen que hubo incidentes penosos entre ambas organizaciones, sobre todo en las zonas fronterizas. Incluso se han dado casos en que han disparado los unos contra los otros, a veces por error, cuando ambos llegaban a un mismo lugar sin estar mutuamente informados, pero a veces por rivalidad. El punto más bajo de las relaciones entre la policía y los militares vino después del asesinato de lord Mountbatten en el Eire y de dieciocho soldados británicos en Warreripoint, el 27 de agosto de 1979, por los provisionales del IRA. El Ejército se quejó a la primera ministra, Margaret Thatcher, de que la RUC se negaba a dejar que las tropas operaran como sabían hacerlo tras diez años de lucha antiterrorista. Como comentó entonces un oficial británico: «Hace diez años no sabíamos qué hacer: ahora que sabemos, no nos dejan».

Participación del contraespionaje

En octubre de 1979, Thatcher sacó de sujubilación al antiguojefe de los servicios de inteligencia MI-6 sir Maurice Oldfield para que, como coordinador en jefe para la seguridad en Irlanda del Norte, sirviera de árbitro entre la policía y el Ejército. No se sabe bien qué hizo, dada su natural tendencia al secreto, pero las relaciones entre policías y militares mejoraron notablemente. A mediados de 1980 renunció a su cargo por motivos de salud, muriendo recientemente. Le sucedió sir Francis Brooks Richards, antiguo coordinador de inteligencia de la oficina del Gabinete. Oldfield llegó a coordinar los servicios de inteligencia en el Ulster, que son los que mejor funcionan y los que han sido más útiles en la lucha contra el terrorismo.

Las ramas de inteligencia criminal de la RUC son ahora las responsables de analizar la información que reciben de diversas fuentes. Entre otras cosas, existen unos teléfonos confidenciales a los que el público puede llamar para grabar un mensaje sin que haya un contacto directo. La RUC pasa luego esta información a los comités de coordinación táctica, de los cuales hay tres, uno en cada región operativa del Ulster. Las decisiones que se toman en estos comités parten, pues, en principio, de los mandos de la policía, aunque ya se ha explicado lo que en realidad ocurre.

En la lucha contra el terrorismo norirlandés ha desempeñado también un papel importante la República de Irlanda, cuya policía, la Gardai, mantiene contacto directo con la RUC. El Ejército británico no tiene, pues, acceso directo a las autoridades de la República de Irlanda. La colaboración de la Gardai ha sido importante para el control de la frontera, pero ningún detenido en el Sur puede ser entregado al Norte por extradición, sino que es juzgado en la república incluso por delitos cometidos en el Ulster. Se reconoce, sin embargo, que para un control eficaz de la frontera el Ejército británico necesitaría al menos 50.000 hombres en esa zona. Tanto la policía como el Ejército en Irlanda del Norte reconocen que no pueden resolver de modo satisfactorio la cuestión del terrorismo, cuya violencia no suprimida, sino reprimida, puede rebrotar en cualquier momento.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_