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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

U. K. Subs traen el "punk" pesado a Madrid

El pasado fin de semana se dieron, en uno solo, dos sucesos importantes. Era, por un lado, la inauguración de un nuevo club, especialmente previsto para actuaciones de rock y similares, y, por el otro, la actuación en Madrid de los U. K. Subs, grupo inglés, bestia donde los haya.El nuevo local lleva el nombre, tal vez no muy afortunado, de Rock Ola y se encuentra justo al lado del Marquee y de Torres Blancas. Es un lugar grande, con un escenario adecuado y una extraña arquitectura especialmente diseñada para perder a los amigos indeseables e indeseados. Claro que tampoco es fácil encontrar a los deseados, pero todo es cuestión de acostumbrarse a los huecos y pasadizos secretos. El sitio tiene una especie de rincón tipo pub que se agradece y, aunque la visibilidad no es muy boyante, uno puede enterarse de las cosas. Eso sí, y para no variar: había un humazo y una calorina dignas de un auto de fe. Por lo demás, bien. Caben como 1.500 personas y es necesario este tipo de local.

En cuanto a los U. K. Subs, lo primero que puede decirse es que empezaron tarde, muy tarde. La típica hora de espera (salieron a la una menos veinte) consigue que el personal consuma líquido y llegue al número con un grado de obnubilación patente. Esto tal vez sea aconsejable, sobre todo cuando se trata de un grupo como éste, que van a soltar patadas sonoras a quien se les ponga por delante. Y es que los U. K. Subs son de los más lúcidos representantes de un tipo de punk que consiste en hacer muchísimo ruido, no parar un instante y comportarse como dementes recién evadidos del frenopático.

Había un cantante ancestral (cerca de los cuarenta años, edad complicada para los futbolistas y los punkies) que, no obstante, se lo hacía bien, con una entrega llena de dignidad. Había también un guitarrista de jersey desmigajado, laxo y roto, que pasaba por ser el guapo del grupo. Y un batería de pelo semiteñido que acabó con ese mismo pelo cayéndole sobre la cara como una fregona mojada. Y luego un bajo, al que tuve cerca, y que parecía el más pirado de los cuatro, que ponía caras terribles y lanzaba pitillos encendidos al respetable. Todo eso para escuchar lo que alguien calificaba como un punk pesado pero, indudablemente, efectivo. Ellos tienen éxito en Inglaterra y, por lo visto, y por los botes que provocaron en Madrid, pueden tenerlo en cualquier parte. Todo es cuestión de comprobar cuánto les dura la marcha.

Conocer el oficio

A pesar de todo, se podía observar claramente que esta gente sabe lo que se trae entre manos. Sus canciones están bien construidas, las voces tratan de ser efectivas (y lo consiguen) y su presencia sobre un escenario es sumamente dinámica. Desde luego que no eran lo mejor que se ha visto por aquí, pero se lo hicieron pasar bien a la gente que aguantó el calor y las nocturnidades (más bien madrugadas). O sea, que no estuvo mal.

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