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Debilidad y protagonismo de las eléctricas

Los mercados nacionales de valores observaron a lo largo de la pasada semana una acentuación en la tendencia declinante que ya se había apuntado en los últimos compases del ciclo anterior, con un sector eléctrico fuertemente debilitado por el peso de ventas importantes y un grupo bancario que inició su recorrido con una cierta pujanza no exenta de apoyos interesados, para terminar cerrando dentro de un ambiente desanimado, del que sólo escapaba el Santander, para el que volvieron a reproducirse saldos compradores de alguna consideración.Han sido precisamente las eléctricas quienes asumieron el protagonismo a lo largo de las cuatro sesiones. Su creciente debilidad, la presencia de una oferta abundante, cuyo origen se centraba en unas pocas manos, y la polémica resucitada en torno a sus posibilidades de mantener sus actuales dividendos, centraron los comentarios de los asistentes a las salas de contratación.

No obstante, habría que realizar algunas precisiones sobre estos temas de comentario. En lo que se refiere al debilitamiento en la salud bursátil de estos valores, este no es un fenómeno nuevo. Desde que hace tiempo las acciones del sector se equiparan, en cuanto a criterios de selección por parte de los inversores, a los títulos de renta fija, por lo que su capacidad de respuesta a los cambios bruscos de tendencia viene siendo decreciente. Esta característica de valores-renta o acciones-refugio viene haciendo que la especulación les tenga bastante olvidados.

El apreciable volumen de papel generado casi a diario, y que canalizan apenas media docena de operadores, hace pensar que los ordenantes sean pocos en cuanto a número, pero importantes en cuanto al volumen de sus carteras. Paralelamente se viene dando el fenómeno de que van surgiendo compradores a diario, también pocos en cuanto a número, pero con una más que apreciable capacidad de encaje de títulos, y es lo que fundamenta los comentarios de quienes opinan que algunos inversores institucionales están tomando posiciones a la baja, en la seguridad de que el anuncio de que se mantendrán los dividendos hará reaccionar los precios de estas acciones, ofreciendo de inmediato plusvalía a materializar.

Queda, por último, el más espinoso y controvertido de los temas: los supuestos recortes, en los dividendos de algunas de estas sociedades. Lo que empezó siendo un comentario típico de jornadas aburridas, comenzó a cobrar cuerpo, unas veces al calor de alguna situación concreta, como sería la de Iberduero, donde, aunque no ha sido confirmado, parece que se ha estudiado la posibilidad de reducir su derrama en un punto, dejándola en el 10%, igual que la mayor parte de sus compañeros de sector. Otras, sencillamente, han sido fruto de una manipulación interesada por parte de los vendedores, que han visto una ocasión inmejorable para ocultar sus auténticas intenciones. Pero la realidad es que, en cualquier caso, y aunque se termine produciendo alguna rebaja en las retribuciones a los accionistas, que hasta el momento nunca han sido confirmadas, no todas las empresas son iguales, y una reducción corporativa del reparto de sus beneficios no se ve, al menos en un futuro inmediato, como una posibilidad solvente.

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