Un sacerdote italiano, a la cárcel por "liberar del demonio" a las jóvenes
El sacerdote salesiano Roberto Bernardini, de 56 años, y dos colaboradores suyas, Rosa Rosati, de 70 años, e lole Fabiani, de 43, han sido detenidos y llevados a la cárcel por la policía, acusados de someter desde hace años a jóvenes inexpertas a ritos mágicos para «liberarlas del demonio», llegando a verdaderas torturas físicas y psicológicas. A una de estas jóvenes se le llegó a imprimir a fuego en la frente la imagen del crucifijo.
La noticia de estos restos de barbarie medieval a las puertas de Roma en pleno siglo XX apareció el pasado fin de semana en las primeras páginas de todos los diarios, con juicios de abierta condena.Esta especie de novela increíble se ha desarrollado bajo el más absoluto silencio en el instituto Obra del Amor, de Colle di Suso, un pueblecito de la región del Lazio. El comisario de policía que, después de un año de minuciosas pesquisas, ha descubierto el escándalo tiene un nombre que parece arrancado de uno de los personajes de Agatha Christie. Se llama Paul Nash y ha declarado que pudieron llegar a descubrir el caso gracias a toda una serie de denuncias de religiosos y de madres de estas jóvenes que acusaban al sacerdote salesiano. Los superiores de la congregación salesiana afirman que el padre Bernardini se había salido de la comunidad para «seguir una nueva experiencia de predicación». Ahora dicha experiencia le ha llevado a la cárcel, acusado de «asociación criminal y de violencia privada».
El religioso es autor de libros durísimos contra la mundanidad de la Iglesia y que teorizan la meditación penitencial, las visiones personales y la lucha contra «Satanás, que está dentro de nosotros».
El trabajo espiritual de este religioso y de sus dos colaboradoras consistía en recoger a muchachas que sufrían de problemas psicológicos y a las que se les convencía de que estaban «endemoniadas».
Primero, el padre Bernardino les daba unos ejercicios espirituales para convencerlas de que se trasladasen al instituto Obra del Amor. Allí se desarrollaba el alucinador trabajo de los exorcismos. Una cinta magnetofónica difundía voces ininteligibles intercaladas con otras claras como éstas: «Soy el maligno. Esta joven me pertenece. Nadie logrará. echarme de ella» Cuando las jóvenes se convencían de que estaban endemoniadas empezaban los ritos de exorcismo. Se las ataba a una cama y se les echaban cubos de agua fría, y «otra torturas físicas y psicológicas», afirma el informe de la policía. A una de éstas, más reacia, le llegaron a imprimir con fuego en la frente la imagen de un crucifijo.
Cuando empezaban a estar «Mejor» y se «habían arrepentido» de sus pecados se las mandaba a hacer de criadas en seminarios o casas privadas, aconsejándoles que hiciesen los trabajos más pesados y humildes para que «el demonio no volviera a poseerlas». Todo el dinero que ganaban lo recogían el salesiano y sus colaboradoras. Los tres han sido acusados también de «estafa», ya que de este modo han ganado muchos millones de liras.
Ahora la policía está buscando a las jóvenes que sufrieron estos exorcismos, muchas de las cuales han desaparecido de la escena. En el pueblo nadie quiere hablar. Tienen miedo, quizá a Satanás. De hecho se asombran de lo ocurrido y afirman que el padre Bernardini hacía sólo «obras buenas ». El obispo se ha limitado por ahora a confesar que ya hacía tiempo que le habían llegado sospechas sobre el apostolado de este salesiano y que está en contacto con el Vaticano para pedir su reducción forzosa al estado laical.
El instituto donde el religioso celebraba sus ritos misteriosos y ocultos con estas jóvenes débiles de nervios es un viejo edificio con treinta celdas húmedas en las afueras del pueblo. Un edificio de dos pisos, un gran jardín y un patio. La cancela está cerrada ahora con una gran cadena de hierro. Entre la última correspondencia del religioso, la policía ha encontrado muchos giros que le llegaban desde diversos puntos de Italia para su «obra pía del amor divino».
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