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La aprobación del presupuesto británico provocó la división en las filas conservadoras

Andrés Ortega

El nuevo presupuesto británico ha provocado una división entre las filas conservadores. Uno de sus diputados, Christopher Brocklebank-Flower, se pasó ayer a los socialdemócratas, la primera vez que ocurre algo así en 65 años, mientras otros conservadores se abstuvieron en la votación de dicho presupuesto, que tuvo lugar pasada la medianoche. El Gobierno ganó, sin embargo, por una mayoría de catorce votos.

Algunos conservadores moderados, tanto dentro del Gobierno como del partido, estaban dispuestos a dar al canciller del Exchequer una última oportunidad, hasta el próximo otoño, para ver si su política funcionaba. Entonces, si las perspectivas económicas no han mejorado, habrá un intento concertado entre estos moderados de cambiar la política económica del Gobierno.El presupuesto presentado el martes pasado introduce nuevos impuestos sobre los beneficios bancarios y sobre las compañías petrolíferas, no suben los ingresos mínimos descontables para el impuesto sobre la renta, con lo cual de hecho estos impuestos directos aumentan en un 3 % de promedio. Los efectos más directamente notables para la población son que sube el tabaco, las bebidas alcohólicas y la gasolina, en más de ocho pesetas por litro.

Esta medida es la más controvertida, pues afecta especialmente a las áreas rurales. Ayer, durante la votación de este particular, unos doce conservadores se abstuvieron y ocho votaron en contra del Gobierno. En condiciones normales, el Gobierno goza de una mayoría de 44 votos, por lo que no se piensa que esta abstención tenga consecuencias prácticas inmediatas.

El presupuesto ha desagradado a todos los sectores económicos, des,de los medios financieros de la city, hasta la patronal, pasando por los trabajadores. Después de todo, los conservadores llegaron en 1979 al poder con iin programa de reducción del gasto público y de los impuestos, al menos directos. No se ha cumplido ninguno de los dos objetivos.

El último libro blanco sobre el gasto público mientras que aumentó en un 2% en términos reales entre 1979-1980 y 1980-1981. Para 1981-1982 se prevé un gasto público superior en un 3,5 %, en términos reales, a lo que se pensaba hace un año, aunque sigue siendo inferior en un 5 % a las previsiones del último Gobierno laborista.

Dado el marcado efecto de la recesión económica sobre el paro en Gran Bretaña (el Gobierno británico prevé que el paro adulto afectara a 2,5 millones de personasen 1981-1982 y a 2,7 millones en el año siguiente), las partidas presupuestarias que más aumentan son las de Sanidad y Seguridad Social, Industria, Energía, Comercio y Empleo. En otro orden de cosas, aumentan ligeramente los gastos de Defensa. Entre las partidas que sufren mayores recortes figuran las de la vivienda, la educación y las artes y la ayuda al exterior. Esta última se reduce en unos 1.200 millones de pesetas.

En resumen, pues, aumentan los impuestos para los asalariados y consumidores para poder financiar así el gasto público sin que aumenten demasiado las necesidades crediticias del Gobierno, permitiendo una disminución del tipo mínimo de interés, que ha pasado de un 14% aun 12%.

El Gobierno, sin embargo, aún no desespera. El Tesoro piensa embarcarse en otra ronda de recortes presupuestarlos para financiar así la reducción de los impuestos directos antes de las próximas elecciones, programadas en principio para 1984. Nigel Lawson, secretario para finanzas en el Tesoro, entrevistado el domingo en la cadena comercial de la televisión británica, declaró que se pedirá a los ministerios que ellos mismos propongan sus recortes, y si así no se logra níngún resultado, el Tesoro tomará las medidas adecuadas. Lawson se negó a dar una cifra para los nuevos recortes, pero señaló que el impuesto mínimo sobre la renta, que en la actualidad está en un 30%, bajará en un 2% a 3% antes de las próximas elecciones.

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