Estoy viendo
en la Prensa los comentarios que se está llevando la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española por haberse «atrevido» a hablar del tema divorcio publicando un documento.Me parece inaudito que les parezca mal que se pronuncien los obispos ante un tema tan serio de la vida personal y familiar de la sociedad a la que sirven. ¿Quizá esperaban que se cruzaran de brazos viendo cómo destrozan los legisladores la célula primaria de la sociedad?
Quizá lo que pasa es que les ha molestado, porque ha alertado a muchas personas y les ha abierto los ojos a la realidad, tan edulcorada por los cantos de sirena de los que prometen todo tipo de ventajas una vez establecido el divorcio. Me suena algo así como si me dijeran: tírate desde ese decimocuarto piso; tírate, que luego no sabes lo bien que te van a tratar en la clínica, lo fenomenal que te van a operar, las comidas tan selectas y delicadas que te pondrán durante tu convalecencia...
En fin, ¿divorcio? ¡No, gracias!/ . .
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