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Reportaje:

Vallecas, con 400.000 habitantes, sólo dispone de tres de las 754 librerías inscritas en Madrid

Cierto es que en una ciudad centralizada como Madrid, el problema no afecta solamente a las librerías, sino a toda clase de servicios urbanos. Sin embargo, tanto las tiendas de alimentación como las de ropa han ido surgiendo a lo largo de los años adaptándose al nivel económico y social de su entorno, con unos resultados bastante positivos tanto para comerciantes como para clientes.Con el caso de las librerías, no se ha producido, sin embargo, un desarrollo paralelo a los demás establecimientos comerciales, como lo demuestra el hecho anteriormente mencionado de la escasez de librerías especializadas en los dieciocho distritos madrileños.

No por casualidad, las dos primeras ferias periféricas del libro que ha organizado el Ayuntamiento han obtenido un escaso éxito, debido fundamentalmente a que el comprador de libros que habita en cualquier barriada está habituado a trasladarse al centro de la ciudad y buscar en las grandes librerías aquellos ejemplares que le interesan.

Una sola librería

Ignacio Gil Fernández, encargado de la librería País, del pueblo de Vallecas («El nombre lo teníamos registrado antes que vuestro periódico», asegura), explica que no hay más librerías porque no son un negocio rentable, ni siquiera sostenible. Así de fácil. «Aquí llevamos casi cuatro años aguantando porque somos una cooperativa de sesenta personas y todos tienen que poner dinero cada mes. Esto da para pagar los sueldos de los dos vendedores que estamos en el establecimiento, pero en ningún caso ganamos».La librería pretende estar especializada y cuenta con todas las secciones que se puedan encontrar en las de más prestigio. «Pero en cada sección tenemos muy poquitos libros. Date cuenta que los libros que más vendemos son los que nos piden los estudiantes de BUP y que son los que les mandan sus profesores para realizar trabajos determinados. También vendemos los inevitables best seller, pero poco más».

«Las causas de que no responda esa potencial clientela de Vallecas», sigue explicando, «son bien fáciles. Por un lado, están acostumbrados a ir al centro de Madrid a comprar. Se desplazan a buscar desde unos pantalones a unos botones y, de paso, los libros que le apetece leer. Además, las librerías de barrio tienen el doble problema del desabastecimiento, por cuanto las distribuidoras se niegan a servirnos porque con nosotros no ganan nada. Y es cierto, porque no es rentable que se desplacen hasta Vallecas para traernos dos o tres ejemplares de una determinada obra. ¿Qué es lo que ocurre? Que la gente prefiere ir donde hay novedades y que a nosotros todo nos cuesta mucho más esfuerzo».

El recurso de la papelería

En la Cámara Oficial de Comercio e Industria están registradas nada menos que 754 librerías. Sin embargo, hay que advertir que una gran parte de ellas, especialmente en la periferia, son papelerías en las que, además, se puede comprar poco más que el best seller (éxito de venta) de moda y algún que otro tebeo. Dentro del campo concreto de las librerías especializadas, tampoco hay datos clarificadores: ni siquiera en el Instituto Nacional del Libro cuentan con datos seguros sobre el tema y, además, muchas de ellas tienen una vida tan breve y efímera que no hay forma de controlar su existencia.En Carabanchel hay dos librerías que se podrían equiparar a los grandes establecimientos del centro: Yago y Sec. Félix Herrera, responsable de la segunda, asegura que las causas del escaso éxito de la librería habría que buscarlas en que la gente no lee apenas nada.

«Nosotros tenemos la librería dividida en las grandes secciones ya clásicas, pero con poco surtido. Lo que más vendemos es narrativa, ciencia-ficción y los inevitables best seller. Podríamos recurrir también al libro de texto, como hacen muchos, pero es una cosa muy de temporada, que te resuelve el tema dos o tres meses y te trae más quebraderos de cabeza que compensaciones».

Félix Herrera se queja también de que las editoriales grandes no les distribuyen los libros y de que tienen que ir ellos a buscar los libros a las editoras. También en este caso de supervivencia de librería de barrio recurren habitualmente a la exposición y la conferencia con el objetivo de despertar el interés entre la potencial clientela del barrio. Así, todo el que considere que tenga algo que decir, puede dar una conferencia en la misma librería. Estos días mantienen una exposición de pintura que retirarán el día 15 y por la que pasa bastante de la gente joven de la zona.

«Pero, para vivir, esto no da», concluye inevitablemente Félix Herrera, «yo tengo que recurrir a mi madre cada dos por tres y tengo bastantes socios a los que a cambio de hacerles un determinado descuento, pagan una cuota anual de quinientas pesetas».

Félix Herrera añade que no ve una solución para dar vida a las librerías periféricas. «En algún momento hablamos de coordinarnos con todos los libreros de Madrid y potenciar tanto la cultura en general como el libro en particular, pero lo cierto es que no hemos hecho nada después. A los que les va bien con sus establecimientos en el centro no se les puede hablar de organizar nada semejante con nosotros, y esto, insisto, no tiene arreglo».

Mientras tanto, siguiendo el ejemplo de la mayoría, tendrán que seguir subsistiendo a base de combinar los escasos libros que les distribuyen -y pueden comprar- con la venta de folios, cuadernos o cualquier otro artículo de papelería junto a los libros de texto, única ocasión en la que pueden resarcirse de las escasas ventas del resto del año.

Las ferias y muestras en el propio barrio o distrito son señaladas por los vendedores de Vallecas como una posible solución de cara a despertar el interés de los vecinos. «Durante la pasada feria del libro», explican, «nosotros organizamos nuestra muestra aquí, en el barrio, al margen del Ayuntamiento, y lo cierto es que, pese a que era el comienzo del curso, la gente mostró un gran interés, aunque, eso sí, tampoco compró demasiado».

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