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La persona muerta por la Guardia Civil en Villaviciosa iba a denunciar un atraco

Familiares de Alberto Alvarez Tormos, de 33 años, muerto en la madrugada del martes por disparos de centinelas del cuartel de la Guardia Civil de la localidad madrileña de Villaviciosa de Odón, desmintieron rotundamente la versión de fuentes del citado cuerpo, según la cual, aquél fue muerto cuando intentaba saltar la tapia del acuartelamiento (véase EL PAIS de ayer).Según la versión que María Segovia, viuda de Alberto Alvarez, hizo llegar a este periódico, de acuerdo con testimonios de personas que se encontraban con aquél en el momento de los sucesos, la víctima acudía apresuradamente al cuartel de la Guardia Civil para denunciar un atraco que estaba sucediendo en un pub próximo al cuartel.

Alberto Alvarez Tormos, que deja un hijo de corta edad, era director comercial de la inmobiliaria Itziar, y a la sazón se desplazaba prácticamente a diario desde su domicilio, situado en el barrio de Carabanchel, hasta Villaviciosa, donde estaba encargado de vender viviendas construidas por aquella empresa. En la noche del lunes, tras concluir su trabajo, decidió acercarse al pub K-5, situado relativamente cerca del acuartelamiento.

Allí permaneció hasta poco después de la una de la madrugada del martes, momento en que entraron al local varios atracadores, los cuales, tras retirar la recaudación de la caja, exigieron el dinero y efectos personales de todos los clientes del local. En ese punto, Alberto Alvarez se enfrentó con los atracadores, presumiblemente por no querer desprenderse de un reloj de oro que portaba, valorado en unas 300.000 pesetas, y logró huir en dirección al cuartel de la Guardia Civil, para dar aviso de lo ocurrido y solicitar protección. Según parece, fue seguido al menos por uno de los atracadores. En ese momento, cuando se hallaba próximo al edificio de la Guardia Civil, recibió la orden de alto de una pareja de centinelas del cuartel, que hacía la ronda en el exterior, a la que no hizo caso, ya que, según las distintas versiones, Alberto Alvarez creyó que la orden partía de los atracadores. Los disparos de la Guardia Civil alcanzaron a Alberto cuando éste se hallaba a varios metros de la tapia, según puede comprobarse por los rastros de sangre. Fuentes del cuartel de la Guardia Civil rehusaron hacer cualquier tipo de declaraciones.

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