De la fresquera al hielo picado
España llega tarde, otra vez, a la reforma tecnológica de uno de sus sectores industriales. Cuando Europa -y no digamos América- estaba cansada de guardar sus alimentos en un frigorífico, aquí todavía encomendábamos esa tarea a una fresquera natural o, en el mejor de los casos, a una nevera de hielo.La creciente industria española encontró en un mercado potencial de seis millones de familias (desasistidas de las prácticas maquinitas) la auténtica gallina de los huevos de oro. Y se puso a fabricar sin analizar el comportamiento de aquellos países que iban muy por delante de nosotros ni las previsiones de futuro del mercado hispano. Resultado: que ahora todos tenemos ya frigorífico y podemos producir muchos más electrodomésticos de los que consumimos. La crisis económica ha hecho estragos en las economías familiares, que prescinden inmediatamente de aquellos gastos que no sean estrictamente necesarios. ¿Quién cambia ahora el frigorífico sólo porque amarillee su pintura?
El resultado de todo este proceso es que sobran parte de las múltiples y mal estructuradas fábricas existentes en España. ¿Cómo es posible, si algunas de ellas tienen tan sólo unos pocos años? La respuesta es muy sencilla: por falta de planificación y de visión de futuro.
La Administración, ante lo ya inevitable, decidió el año pasado la reestructuración del sector, y no de cada empresa, para que todas ellas pagaran su parte de crisis. Pero en el seno de esa Administración se ha dilatado tanto que pronto vamos a tener que llamarla la «resurrección» del sector de electrodomésticos. Cada día que pasa, más puestos de trabajo están en juego y más millones de los contribuyentes.
Y ya que nadie se siente capacitado para garantizar que esta reestructuración seguirá vigente en los años noventa, hagámosla con la mirada puesta en el horizonte. No sólo están en juego unos cuantos millones más o varios miles de parados, sino la frustración de un país por el sentimiento de un esfuerzo inútil.
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