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EE pide una negociación política entre los partidos vascos

La coalición Euskadiko Ezkerra (EE) propondrá de inmediato a todas las fuerzas políticas vascas el inicio de conversaciones tendentes a «encontrar una salida negociada que detenga el proceso hacia el enfrentamiento civil entre vascos al que, de otra forma, estamos abocados». A su vez, para que esas negociaciones sean viables y resulten eficaces, sería preciso que las dos ramas de ETA acepten una tregua que posibilite «el clima necesario para que los problemas pendientes puedan abordarse en términos de confrontación política pacifica».

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Los portavoces de EE insinuaron claramente su convencimiento de que ETA Político-militar estaría dispuesta a aceptar ya esa tregua, y expresaron su confianza en que sectores globalmente favorables a ETA Militar verían, sin embargo, con buenos ojos un desbloqueo de la situación en base. a una tregua seguida de negociación.Los recientes acontecimientos vividos en el País Vasco a raíz de las muertes del ingeniero Ryan y el militante de ETA José Arregui, y en particular, los enfrentamientos registrados entre sectores ciudadanos opuestos en los dos últimos lunes, serían otros tantos exponentes de ese peligro de «ulsterización, de guerra civil entre vascos» que EE cree ver hoy agravado. Particularmente significativo de este clima puede considerarse, en opinión de Mario Onaindía -que presentó ayer las conclusiones de la reciente asamblea de su partido-, el hecho de que la única pancarta exhibida durante la manifestación contra la tortura del lunes pasado en San Sebastián no fuera dirigida «contra la policía o el ministro del Interior o UCD, sino contra los partidos vascos a los que Herri Batasuna y sus aliados califican de reformistas» (el texto de la pancarta era: «Vosotros, reformistas, sois los terroristas»). Pronunciamientos recientes de organismos como la Coordinadora Abertzale Socialista (KAS) y otros sectores de la izquierda abertzale y radical, «de los que se deduciría casi que a Arregui lo han matado, no los torturadores, sino Bandrés o los partidos de izquierda opuestos a ETA», irían en el mismo sentido.

En este clima, resultaría, por el contrario, positivo, en opinión de Onaindía, el hecho de que, en su último comunicado, ETA Militar llame la atención sobre la «necesidad de evitar enfrentamientos entre trabajadores vascos, de los que se beneficiaría el enemigo centralista y su estrategia de guerra civil». Para Onaindía, esa guerra civil «sería particularmente inhumana y cruel, pues no sólo se manifestaría, como en el Ulster o Líbano, entre comunidades o barrios enfrentados, sino en el seno de cada familia vasca, en las que frecuentemente conviven seguidores de fuerzas como el PNV y HB o EE».

Proceso a un año vista

Para detener este «deslizamiento hacia el desastre» se impone el «esfuerzo responsable de todas las fuerzas vascas interesadas en desbloquear la situación». Para ello habría que comenzar por «intentar por todos los medios convencer a las organizaciones armadas de la necesidad de una tregua o alto el fuego prolongado que, disolviendo la resistencia de las fuer zas más reticentes, de oportunidad a las fuerzas políticas de buscar una salida negociada a problemas y reivindicaciones pendientes (represión-tortura, contencioso navarro, alcance de la autonomía, etcétera), que constituyen los argumentos utilizados por ETAm y ETApm para justificar su estrategia».

La aprobación del Estatuto por la mayoría del pueblo vasco podría ser la base de esa negociación si se consigue «conjurar los principales peligros que amenazan hoy la profundización de la autonomía: el del enfrentamiento civil a que conduciría la prolongación de la estrategia de ETA; el de la tentación del PNV de monopolizar el proceso, y los intentos de UCD de recortar la autonomía».

Los acuerdos sobre «vías para la normalización de Euskadi» aprobados en su día por el Parlamento vasco constituirían el marco institucional de una negociación como la propuesta, destinada a poner freno a esos peligros, y «en la que sería decisivo comprometer a fuerzas con gran implantación en todo el Estado, como UCD y PSOE». Pero no se trataría de una reedición del «pacto por la paz», cuyo objetivo último era «servir de cobertura a la política represiva de Rosón, tratando de destruir a ETA y aislar a Herri Batasuna». El objetivo sería ahora crear un «clima favorable a la tregua y, en esa nueva situación, un clima favorable a la negociación de todas las fuerzas con presencia en Euskadi».

Tampoco sería cuestión de «plantear unos puntos inmutables, como los de la alternativa KAS, a todo o nada. No sería realista ignorar que, aunque a algunos no les guste, la única base de negociación legitimada por el voto popular es el Estatuto de Autonomía. Por ello, lo importante es el desbloqueo de la situación actual, la búsqueda de unos acuerdos, aunque sean parciales, que permitan ir profundizando la autonomía en la esperanza de que ese mismo desbloqueo cree una dinámica nueva que permita cambiar el rumbo actual de los acontecimientos. Por ello, también EE no tratará de imponer su propia alternativa a los problemas pendientes, sino que intentará propiciar aquel acuerdo que, siendo asumido por el máximo de fuerzas representativas, tenga capacidad para desencadenar ese proceso, que debería estar ultimado en el plazo de un año, aproximadamente».

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