El "autobús espacial" norteamericano "Columbia" será lanzado desde Cabo Kennedy en abril
El lanzamiento de la aeronave Columbia, previsto para la segunda semana del mes de abril, desde el cabo Cañaveral (Florida), renueva el programa espacial norteamericano, prácticamente interrumpido desde la misión conjunta con la URSS, que culminó con el encuentro entre los satélites Apollo y Soyuz en julio de 1975.
El programa Colombia, conocido familiarmente como autobús del espacio, será la primera nave que podrá ser reutilizada en múltiples misiones, gracias a su facultad para abandonar la órbita terrestre y regresar a la Tierra por sus propios medios.La primera prueba crucial del programa, después de tres años de trabajos, estaba prevista para hoy, pero ha sido retrasada en veinticuatro horas, «por problemas menores». La prueba consistirá en el encendido de los tres motores durante veinte segundos. La prueba debe realizarse, en principio, a las 14.45 hora de Madrid, en el área de lanzamiento Complex 3A de la NASA, en el centro espacial Cabo Kennedy, la misma de donde partió el histórico vuelo hacia la Luna.
Cuenta atrás
Si la prueba de encendido de los motores da el esperado resultado positivo, comenzará la cuenta atrás para un primer vuelo, que podría realizarse el 6 de abril. John Young y el capitán Robert Crippen, de la marina norteamericana, serán los dos primeros pilotos de la aeronave Columbia.A una velocidad de 27.000 kilómetros por hora, Columbia, una especie de híbrido entre el avión convencional y la nave espacial, tendrá como misión colocar satélites en el espacio e investigar el cosmos, sin excluir posteriores misiones militares.
Varias firmas privadas de telecomunicaciones esperan el resultado de la misión para concretar sus planes de colocación de nuevos satélites en el espacio. Estados Unidos y Francia, con su programa Arianne, entran en competencia en tan interesante mercado, aunque la particularidad de Columbia de poder ir al cosmos y volver por sus propios medios dará ventaja a EE UU en el mercado internacional de satélites de telecomunicaciones, previsiones meteorológicas y, quizá, satélites con fines militares.
La publicidad en torno al programa Columbia se centra siempre en los aspectos pacíficos de la investigación espacial. Pero no constituye ningún secreto que el Departamento de Defensa estadounidense, directamente vinculado a la NASA, analiza los aspectos defensivos de la aeronave Columbia.
En un momento en que, según fuentes norteamericanas, los soviéticos podrían contar, dentro de cinco años, con un sistema de bombas de rayos láser capaces de destruir satélites espaciales, la utilidad de Columbia podría representar un paso vital para EE UU ante un futuro conflicto bélico espacial.
La utilización de sofisticados satélites espías, tanto por parte de la URSS como de EE UU, es ya moneda corriente en la actualidad. Mejorarlos o neutralizarlos, en caso de guerra entre las dos superpotencias, figura también en la agenda de los estrategas militares tanto en Washington como en Moscú.
Nave espacial de gran capacidad
Las dimensiones de la nave Columbia son análogas a las de un avión del tipo DC 9. La cabina de tripulación tiene capacidad para siete cosmonautas. Aunque en su vuelo inaugural sólo participarán dos pilotos, todo un equipo de cosmonautas lleva entrenándose desde hace dos años en el centro espacial de la NASA en Houston (Tejas).En su vuelo experimental, inicialmente programado para el 17 de marzo, pero retrasado por problemas técnicos, Columbia dará 38 órbitas alrededor de la Tierra durante tres días antes de aterrizar de nuevo en el desierto californiano de Mojave, en los alrededores de la base Edwars, de la aviación norteamericana.
El programa Columbia fue aprobado por el presidente Richard Nixon, en 1972, con un presupuesto inicial de 6.500 millones de dólares. Columbia costará, finalmente, más de 10.000 millones de dólares (unos 850.000 millones de pesetas).
Los responsables de la NASA confían en el éxito de Columbia para evitar una congelación de la ayuda federal norteamericana a los proyectos espaciales. El prestigio para EE UU y los aspectos comerciales y defensivos de la investigación del espacio deberían facilitar un estímulo por parte de la Administración Reagan a los costosos planes espaciales de la NASA.
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