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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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La cooperación con Guinea Ecuatorial hacia una nueva etapa

Transcurrido un año desde el comienzo de la ayuda española a Guinea Ecuatorial -tras una primera etapa de emergencia, que va desde agosto a diciembre de 1979-, y firmado hace poco más de dos meses el Tratado de Amistad y Cooperación entre ambos países, en texto ya remitido al Parlamento, parece conveniente trazar algunas líneas de reflexión acerca de lo que podría ser una nueva etapa en las relaciones entre ambos países.Pero antes de ello resulta imprescindible intentar un balance, siquiera breve, de lo realizado hasta el momento. El balance, aun dentro de las imperfecciones, errores y puntos discutibles del proceso, es favorable, aun siendo conscientes de que falta una adecuada perspectiva temporal para juzgarlo. Afirmar que el balance es favorable supone afirmar que la situación de Guinea Ecuatorial es hoy mejor que hace un año, y es mejor precisamente por la ayuda de nuestro país.

En respaldo de esta doble afirmación basta la simple observación, desapasionada y analítica al mismo tiempo, de los hechos. Tenemos entonces como elementos de juicio lo ocurrido en los campos jurídico y económico. Antes del 3 de agosto, la dictadura macista había hecho desaparecer todo vestigio de Estado y había reducido la economía y la sociedad a formas tribales y primitivas.

La situación un año después es diferente, aunque incompleta e insuficiente. La reconstrucción del Estado va avanzando lentamente, y más lentamente todavía la de un Estado de Derecho en el que al imperio de las leyes sustituye el de las personas. Ahora bien, en la vida diaria el terror ha desaparecido, así como las manifestaciones más burdas de la arbitrariedad de las autoridades, si bien algunas de esas manifestaciones -más de las deseables- todavía permanecen.

En el plano económico también ha habido un avance en el bienestar de la población, aunque también lento, irregularmente repartido y posiblemente insuficiente. Se han establecido circuitos económicos y se han sentado bases, de organización y de procedimientos, para una racionalidad económica distinta y, sin duda, más eficiente que la irracionalidad anterior, que desembocó en la vuelta obligada y casi generalizada a la economía de subsistencia mezclada con una superburocracia corrompida e ineficaz.

En los servicios colectivos, y concretamente en sanidad, educación y alimentación, la presencia española ha permitido mejoras, aunque ha habido errores que han hecho que el rendimiento haya sido inferior al deseado. Errores por parte española y trabas y obstáculos por parte de elementos locales que no quieren que la situación mejore, por lo que ello lleva aparejado de pérdidas de beneficios en la miseria y de posiciones de dominio y extorsión.

Utilizar los recursos

Nuestro país ha de ir encarando en los próximos años obligaciones crecientes en materia de cooperación internacional. Aceptado ello, es necesario utilizar los recursos disponibles, de modo de lograr el mayor rendimiento de los mismos, tanto por parte nuestra como por parte de los países receptores de la ayuda.

El área que deberá ir recibiendo la mayor parte de esa ayuda será, sin duda, la de los países más afines a nuestra cultura, y entre ellos, único país de Africa, está Guinea Ecuatorial.

Por otra parte, una segunda constatación: la población guineana es incapaz, por sí sola, de salir del atraso y subdesarrollo en que se encuentra, tras la colonización «clásica» (con los defectos que la misma lleva inherentes en los órdenes político, económico, social y cultural), una descolonización y doce años de terror, arbitrariedad y destrucción de las instituciones.

La consecuencia de estas dos constataciones es sencilla: necesidad de ayuda y cooperación de nuestro país con el objetivo de lograr el aumento del bienestar colectivo de Guinea Ecuatorial. Se trata de ir desarrollando a un socio, proceso sin duda complejo, lento, con exigencia de recursos humanos y financieros, no exento de riesgos y siempre con un techo. No se trata de subdesarrollar más a un subordinado. Esta parece ser la línea divisoria, siempre difícil y discutible, entre cooperación y neocolonialismo.

Esta nueva etapa que se debe abrir en las relaciones entre ambos países, etapa que se podría calificar de institucionalización de los mecanismos de cooperación integral, exige unos requisitos imprescindibles para la continuación y mayor eficacia de esta acción. Requisitos que hay que explicar claramente a la otra parte y, si está de acuerdo, asumidos por ella y cumplidos fielmente.

Obligaciones recíprocas

Este nuevo esquema de esa cooperación, que hemos calificado de integral, descansa en un compendio de obligaciones y derechos por ambas partes y no, como ha sido prácticamente hasta ahora, de derechos por parte guineana y de obligaciones por parte española. Añadamos que esto ha sido así lógicamente dado el increíble deterioro de Guinea Ecuatorial. Pero ya se van dando las condiciones para ir pasando progresivamente a ese planteamiento, que naturalmente no supondrá un toma y daca equivalente por ambas partes, pero sí un mayor equilibrio que el actual.

Hay muchos campos en los que avanzar por parte guineana, avances que deben ser apoyados e incentivados por la parte española. A efectos de análisis, distinguiremos entre el orden jurídico y político, por un lado, y el económico, por el otro.

En el primer apartado, lo más importante es ir estableciendo un Estado de Derecho con mayor decisión que hasta ahora, garantizando el respeto a los derechos civiles, económicos y sociales de todos los habitantes del país.

En una sociedad invertebrada, como la guincana actual, el único elemento de estructuración que puede existir en el corto plazo es el ejército. La profesionalización de las fuerzas armadas debe ser un proceso simultáneo a la reconstrucción del Estado y de la sociedad. Los avances en los terrenos jurídico, económico y cultural irán permitiendo esa reconstrucción, en la que unas fuerzas armadas profesionalizadas tendrán un papel importante, pero deseablemente con cada vez menos decisión en los mecanismos de la vida civil. Aunque hay que ser conscientes de que este es un proceso largo y complejo.

En este orden de cosas, el regreso de refugiados es un elemento central, por lo que su aporte podría suponer. Aporte, sin duda, considerable, dada la casi absoluta carencia de elites empresariales y en la Administración del Estado. También proceso complejo y delicado, ya que hasta ahora no se han creado estímulos ni materiales (adecuadas condiciones de vida) ni espirituales (lo que podríamos calificar como «mística de la reconstrucción ») para su vuelta.

En el campo económico, lo más importante se concreta en la efectiva aplicación de los principios y programas aprobados en su día por las autoridades locales: liberalización de la economía con presencia limitada y disciplinada del sector público. No hay duda, y la experiencia de los últimos meses lo prueba, de que esa aplicación supone eliminar privilegios cuyo resultado será una mayor productividad y un desarrollo más rápido.

Aspectos económicos

Segundo aspecto es la necesidad de la ayuda de nuestro país en sectores estratégicos de la economía y de la vida del país como garantía de un adecuado desarrollo de los mismos. Debe avanzarse en un doble sentido: constitución de empresas mixtas en sectores clave de la economía y otorgamiento a esas empresas, las existentes y las que se creen, de unas condiciones que hagan posible su desarrollo preferencial.

Es decir, la presencia española en los sectores clave debe extenderse no sólo en el campo económico (en el que caben otros elementos, como podría ser, por ejemplo, la creación de una zona monetaria), sino, además, en otros como educación y cultura y sanidad, entre otros.

Corresponsabilidad

En ambos niveles analizados el jurídico y el económico, debe ir avanzándose hacia una corresponsabilidad mayor de la cooperación española en materia de asesoramiento para la toma de decisiones y en la aplicación de esas decisiones. Nuevamente, como lo aporta la experiencia de este año, es un proceso difícil y lento. Crear la confianza imprescindible para que el asesor español, en una primera e inmediata etapa, asesore en todos los temas y, sobre todo, en los importantes, y en una etapa siguiente decida, aplique y controle conjuntamente con el funcionario local es, como decimos, un proceso complejo y largo, pero que resulta necesario si se quiere ir a esa corresponsabilidad que garantice una mayor eficacia que hasta ahora. Eficacia en el doble aspecto de rendimiento de la administración guineana y de mejor empleo de los recursos humanos y financieros que se pongan a disposición de ese país.

La corresponsabilidad y la mayor eficacia buscadas exigen por parte española, por lo menos, dos requisitos.

Por una parte, institucionalización en nuestro país de un esquema administrativo simple que centralice la toma y discusión de las decisiones. Poderes amplios de decisión que no deben significar poderes de decisión rápida, salvo excepciones de probada urgencia. El apresuramiento, inevitable en muchos casos, que ha caracterizado la etapa transcurrida, ha dado lugar a errores que deben evitarse.

Por su parte, el Ejecutivo y el Legislativo deben dedicar al tema la atención que sin duda merece, algo que hasta ahora no ha ocurrido. El tema puede parecer muy marginal dentro de las preocupaciones de la vida diaria del país. Pero las cifras que se manejan (sin duda muy importantes dentro del total de la cooperación española con el exterior), las decisiones que pueden adoptarse (si se pasa esa etapa superior de cooperación integral) y el riesgo siempre inherente a una operación de esta envergadura exigen que los poderes del Estado, la opinión pública y los medios que la informan dediquen mayor atención a este importante apartado de nuestra política exterior.

Sector privado

El papel del sector público español resulta clave en la reconstrucción -guineana especialmente en ir ayudando a configurar un marco general en el que se lleve a cabo la actuación del Estado nacional como empresario en sectores clave y la del sector privado nacional y extranjero.

La imprescindible presencia de la inversión privada, especialmente la extranjera y deseablemente la española, exige como primer requisito un clima adecuado que incentive esa presencia avanzando, mucho más de lo hecho hasta ahora, en aspectos como legislación adecuada y que se cumpla, trámites administrativos rápidos y sencillos, respeto a las decisiones, aceptable estabilidad política, organización y funcionamiento judicial, etcétera. No cabe duda de que el progresivo desarrollo del país y la continuidad de la presencia española (cooperación del sector público, empresas mixtas estatales, sector privado ya en el país) serán factores que irán haciendo posible ese clima de confianza.

Es indudable que hasta ahora, por esos factores citados de un lado y de otro por el escaso espíritu de iniciativa del empresariado español, la presencia del sector privado de nuestro país es escasa e insatisfactoria. Salvo contadas excepciones, no han sido empresarios los que han llegado a Guinea, sino otras especies diferentes que van desde especuladores a aventureros de todo tipo.

Interesa, sin embargo, la presencia de empresarios españoles que creen fuentes de riqueza y de empleo en el país. A ellos les debe corresponder una parte importante en la recuperación del mismo. Para ello, además de los requisitos ya citados, quizá sea necesario establecer estímulos especiales de parte española, por ejemplo, financieros, fiscales y de cobertura de riesgos, si es que los existentes prueban ser insuficientes. Este es un tema a estudiar detenidamente, siempre sobre la base de apoyo a proyectos de inversiones reales, racionales y con efectos favorables en la economía guineana.

Conclusión

Como antes se indicó, el objetivo central de nuestra cooperación debe ser la reconstrucción de un país, de un Estado. La reordenación económica, la profesionalización de las fuerzas armadas y de seguridad, la reorganización de la Administración y el establecimiento progresivo del Estado de Derecho van en este sentido.

Todo ello deberá ir permitiendo la configuración social y la aparición de sectores más dinámicos y cultos que vayan dirigiendo el avance del país. Ello debería ir haciendo posible la desaparición de hábitos y comportamientos de la etapa macista, hábitos que están ahí dificultando claramente ese proceso de reconstrucción.

Luis Velasco es técnico comercial del Estado. Consejero comercial de España y responsable de la coordinación de la cooperación española en el sector económico en Guinea Ecuatorial desde octubre de 1979 a diciembre de 1980.

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