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El Gabinete fantasma del laborismo británico no se resigna a la izquierdización del partido

Andrés Ortega

Finalmente reaccionó Michael Foot. En la noche del jueves, en un discurso a los diputados laboristas británicos, el líder del partido señaló que el Gabinete fantasma había decidido intentar en el próximo congreso del partido la modificación del resultado del congreso extraordinario de Wembley, que dio a los sindicatos afiliados al laborismo, y por tanto a la izquierda del partido, un 40% de los votos en la elección del líder laborista.Esta reacción se produjo poco después de que 150 diputados laboristas de todas las tendencias declararan estar en desacuerdo con la fórmula adoptada en Wembley y apelaran a la unidad. Foot indicó que en los próximos días se reunirá el Gabinete fantasma para precisar qué fórmula presentará al grupo parlamentario laborista, añadiendo que la decisión de Wembley era perjudicial «para la futura salud del partido» y que muchos sindicatos se encontraban molestos con este 40% del colegio electoral, que va en contra de los deseos de las agrupaciones locales del Partido Laborista.

Este acto de decisión de Michael Foot parece haber sido forzado por el general descontento en su partido, descontento al que ha colaborado la creación por la banda de los cuatro del Consejo para la Social Democracia, el cual lanzará la próxima semana una campaña para agrupar a un mayor número de miembros y conseguir fondos. Tras la dimisión de William Rodgers del Gabinete fantasma, ahora hay grandes posibilidades de que Shirley Williams renuncie a su cargo en el comité nacional ejecutivo.

Foot, que había sido elegido como líder del laborismo para mantener unido al partido, parece ahora dispuesto a enfrentarse con su ala izquierda, especialmente con las actitudes políticas adoptadas por Anthony Wedgwood Benn. El portavoz de la oposición para asuntos económicos, Peter Shore, tras un «basta» tajante, señaló que bajo Margaret Thatcher, el Reino Unido está corriendo hacia una catástrofe, mientras la atención pública está concentrada en «el espectáculo romano de un gran partido que se está desgarrando a sí mismo, ante la sorpresa y el horror de sus propios seguidores y el claro deleite de sus enemigos conservadores».

El próximo congreso laborista, en octubre, promete, pues, ser movido e interesante, y el nuevo ardor demostrado por Michael Foot podría evitar una escisión en el partido.

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