Primera derrota en la carrera de un triunfador
Considerado por muchos como un gran conductor de la transición, pero incapaz de consolidar la democracia en una época de crisis, la dimisión de Adolfo Suárez, producida en uno de los momentos más bajos de su popularidad y cuando su liderazgo dentro del partido que preside estaba siendo contestado, ha constituido una gran sorpresa.Hábil y pragmático, dotado de notable encanto personal y de gran capacidad de maniobra para la política, Adolfo Suárez era casi un desconocido para el gran público cuando fue nombrado presidente del Gobierno el 3 de julio de 1976.
Nació en Cebreros (Avila), el 25 de septiembre de 1932. Estudió derecho en Salamanca y se doctoró en Madrid. Su carrera política, construida al amparo de su mentor, Fernando Herrero Tejedor, constituye una impresionante sucesión de cargos que acreditan su vitalidad. Desempeñó funciones técnicas en diversos departamentos, fue nombrado gobernador civil de Segovia en 1968 y director general de RTVE un año después, además de presidente de ENTURSA y de la Comisión de Turismo del Plan de Desarrollo. Precisamente de su etapa en Televisión Española data su amistad con el entonces príncipe Juan Carlos.
En junio de 1973, el almirante Carrero Blanco le propuso como ministro del Gobierno, cargo que aceptó, pero que no pudo ocupar debido a un reajuste de última hora. En abril de 1974 fue nombrado vicesecretario general del Movimiento, puesto en el que cesó a la muerte de Herrero Tejedor, que le había nombrado. Fue elegido consejero nacional del Movimiento con carácter permanente, frente al marqués de Villaverde, y consejero de Estado. Promocionó y dirigió la asociación política Unión del Pueblo Español. En el primer Gobierno de la Monarquía, presidido por Carlos Arias, Adolfo Suárez ocupó el cargo de ministro secretario general del Movimiento.
Su nombramiento como presidente del Gobierno en sustitución de Arias Navarro despertó recelo y escepticismo, debido a sus antecedentes y le permitió revelar sus capacidades políticas. Consiguió de las Cortes franquistas la aprobación de sucesivas reformas, que culminaron con la ley de Reforma Política; contactó con la oposición, logró un acuerdo tácito de democratización y apuntó su talla política ante las Cámaras en vísperas del referéndum del 15 de diciembre de 1976.
Desmanteló el franquismo
Simple arribista para algunos, para otros su figura representa al hombre que supo desmantelar el franquismo y obtener el liderazgo sobre la oposición democrática situada a la derecha del socialismo. Las dos elecciones generales constataron el peso de su popularidad, que en los últimos meses había conocido el desgaste de cinco gabinetes en cuatro años y medio de mandato; los reveses del paro y la crítica situación económica, el desafío de los actos terroristas de todo signo y una oposición en el seno de su propio partido, inclinaban a un cambio de política.Cuando en septiembre de 1980, al formar el quinto Gobierno, Suárez dejó fuera a su colaborador y amigo Fernando Abril Martorell, nadie pensaba que el deterioro de su propia figura era tal que sólo podría resistir cuatro meses. Quizá ya entonces se había terminado su ,etapa, por la que había sido elogiado dentro y fuera de España como un modelo de transición pacífica a la democracia.
Hasta hoy, su trayectoria ha sido la de un triunfador, pero también la de un luchador. Falta por saber si el hombre que construyó desde el poder el partido más votado en las elecciones celebradas podrá, fuera de él, mantenerse en su calidad de líder e intentar una nueva etapa en la que no podrá aducírsele el haber salido con ventaja. O mejor, si su desgaste, pero también su experiencia, le permitirán un día, de nuevo, reconquistar el poder.
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