Ser liberal
Unión de Centro Democrático, cuyo antecedente inmediato es una confederación de partidos, es hoy en día el origen de la actividad política de millones de hombres y mujeres que, con un fondo común de aceptación del orden democrático y del principio de orden económico y social, quieren mejorar reformándolos, pero cuyo esta do inicial se aceptará como punto de partida para llegar al ideal a través de cambios paulatinos. Con esa base común existen miembros que antes de la formación del partido tenían ya inclinación hacia algunas de las diversas subdivisiones que existen en el amplio espacio de opinión con la base común antes citada. Los aproximadamente tres años de convivencia en el partido no han producido la anulación de estos antecedentes políticos, de esta forma de pensar ni de las amistades y compromisos políticos y personales que sus miembros tenían; lo que no puede ponerse en duda es que, unos por tradición y otros por aceptación, todos están dispuestos a moverse dentro de un partido que sólo puede existir en la democracia con o en forma de Estado, y que por defender esa democracia la ha de practicar internamente.Practicar la democracia
Lo que sería falso y peligroso es que una parte de Unión de Centro se atribuyera la exclusiva de querer representar y ejercer la democracia. Esta se puede obtener practicándola, y si un órgano del partido no se reúne dentro de las bases que señalan los estatutos debe protestarse inmediatamente, y ningún órgano colegiado o personal de UCD puede ni debe dejar de cumplir su misión pensando en si será o no cómodo a otro órgano colegiado o personal del mismo partido, y actuar así está en manos de todos y cada uno de los mierabros de UCD; por ello resulta difícil aceptar que de pronto haya una accion importante planeada y encauzada para democratizar el partido a través de una reforma de estatutos. Es lícito pensar que además, o por encima de esa intención, puede existir una presión d e varias de las corrientes de opinión en UCD para adquirir un mayor poder político dentro del partido y en la dirección de asuntos de gobierno y puestos políticos, y estos deseos deben tener sus limitaciones cuando ponen en peligro la pacífica convivencia de todos los miembros del partido, y de forma muy especial si pueden llevar hacia una secesión, aunque no llegue a tomar expresión formal, y desde luego nunca puede atribuirse una acción semejante a exclusiva de la democracia, ni en el Estado ni interna del partido.
Tampoco es bueno que se identifiquen opiniones a favor o en contra de una cuestión de importancia no primordial, como son los estatutos del partido, con la pertenencia a determinadas corrientes de opinión o familias políticas; es decir, se puede ser liberal y demócrata, admitiendo que el comité ejecutivo sea elegido por mayoría o por sistema proporcional; se puede ser liberal sin que venga determinado por cuestión tan concreta, y, desde luego, se puede ser liberal, y se es, deseando y procurando una unidad de acción del partido tras suficiente deliberación. Se puede ser liberal, y se es, cuando se busca un equilibrio interno entre las diferentes tendencias o familias. Se puede ser, y se es, liberal mostrándose partidario de que un presidente y un comité ejecutivo tengan las posibilidades de acción coordinadas y estén efectivamente controlados por un consejo político de elección proporcional. Se puede ser, y se es, liberal opinando que hay que ejercer día a día la democracia interna, y que los golpes de democracia pueden tanto servir a ésta como buscar el poder para determinada tendencia o familia. Y se puede ser, y se es, liberal no deseando estar en un partido que se hiciera confesional o que excluyera formal o prácticamente a algunos o algunas de las corrientes de opinión, que en su conjunto han permitido a UCD ganar dos elecciones generales, y, finalmente, si bien empeñados como estamos en construir un Estado autonómico, el olvidar que todas las decisiones políticas no pueden tomarse en Madrid, porque el futuro nos lleva a un poder importante de los Gobiernos regionales y de los políticos como firme base electoral en sus circunscripciones, y que es la suma de los resultados de cada provincia lo que da el triunfo a un partido, por mucho que la sede del Gobierno y de los cenáculos políticos estén en Madrid.
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