Sin poder estudiar
Indignados hemos leído la carta del 3 de enero bajo el título «Igualdad de oportunidades», firmada por A. Poblador. Indignados, pero no sorprendidos, claro. ¿Qué hacer ante algo tan increíble y tan corriente a la vez? ¿Vamos a dejar que los cinco años de estudio y sacrificio de esta chica se vayan al carajo junto a la ilusión de sus padres? No, ni mucho menos; eso lo dejamos a cargo del ministro de turno y de todo el aparato que le rodea, para que siga practicando su olímpica y habitual indiferencia y dejadez. La respuesta de todos ellos es siempre la misma, se les llena la boca diciendo: «¡No hay dinero!». Pues entonces, váyase atendiendo a eso que llaman amor propio, o intente conseguirlo. O acaso el señor ministro no se indigna, al igual que los desheredados, cuando, tras la excusa de rigor, vemos, oímos o leemos que en la Seguridad Social se reparten becas de muchos millones a amiguetes (sic) con muy extraños procedimientos; que las subvenciones a la enseñanza privada aumentan y aumentan (miles y miles de millones) que alguien por ahí quiere gastar 200.000 millones en avioncitos para jugar a la guerra; que lo del dinero del deporte es ocioso repetirlo; que el INI tiene pérdidas de cifras mareantes (¿dónde estará?).Y esas cuatro o cinco cosas no son nada con lo que se debe cocer por ahí. Pero no, al señor ministro todo esto le trae sin cuidado. Lo de esta chica no le va a pasar a ninguno de sus niños (si los tiene). Ellos sí podrán estudiar todo lo que quieran. Además, no le vayan a tachar a él de marxista. A lo mejor le basta con que no - se - qué -,asociación -de - no - sé - qué - católicos le felicite y le dé un homenaje como ya sucedió con otro ministro relacionado con la educación; pero a nosotros, no (y debemos ser muchos), por lo que deseamos que se vaya, que se pierda, que se vayan y se pierdan todos, que se chapucen en sus fortunas y patrimonios y esperen que les llueva su bien ganada pensión vitalicia (con la que, sobra decirlo, se podrían pagar muchas becas a estudiantes).
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