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Reportaje:

La huida, una constante en el deporte del Este

La huida a países occidentales de atletas procedentes de la órbita comunista ha sido una constante en la historia del deporte desde hace muchos años. Casos como los de Kubala, Kocsis, Czibor o Puskas, grandes figuras del mejor fútbol húngaro de todas las épocas, fueron los primeros más conocidos. En los últimos tiempos, al margen de los «permisos» especiales concedidos en algunas modalidades y a ciertos deportistas destacados para salir de sus respectivos países, otros han aprovechado estas circunstancias para no volver. La mayoría firmaban cuantiosos contratos como profesionales, pero unos pocos, simplemente, desaparecían.

La halterofilia es un deporte que no permite ganar dinero en los países occidentales, pero ello no impidió que Roberto Urrutia, el primer gran levantador de pesos cubano, se quedara en México durante un viaje del equipo nacional de su país, que se preparaba para los Juegos Olímpicos de Moscú. El primer récordman y campeón mundial que había tenido Cuba en toda la historia de ese deporte gracias a los nuevos planteamientos desde la revolución castrista, un ejemplo más de los muchos éxitos cubanos, antes nulos a nivel internacional, es hijo de un sargento en la época de Batista. A Urrutia, con sus veintidós años, se le auguraba una larga carrera de triunfos, que ya no podrá tener. En su calidad de exiliado sólo adquiriendo otra nacionalidad, mexicana o quizá norteamericana, cosa improbable, podría volver a las competiciones dentro de unos años. Demasiado tiempo perdido para un deporte amateur.

El tenis abrió el camino

Caso distinto, en cambio, es el de Martina Navratilova, la tenista checoslovaca que acaba de conseguir ya la nacionalidad norteamericana, después de convertirse en apátrida y no regresar a su país. La polémica jugadora, doble vencedora de Wimbledon en 1978 y 1979, que gana ya más dinero en premios que los hombres -aunque no tanto en publicidad-, no se ha recatado en declarar muchas veces que abandonó su país solamente para convertirse en una gran jugadora de tenis. Ahora, sin embargo, posee una lujosísima mansión en Dallas, donde reside, y varios automóviles, entre otras pertenencias. Sobre su boda con la novelista Rita Mae Brown, conocida por su militancia lésbica, en Palm Springs (California),no comenta nada.

El tenis, por sus características, es un deporte que ha abierto brecha en las situaciones especiales concedidas en los países del Este. Teniendo como base residencial y económica sus respectivos países, al menos el tiempo y la parte prudencial que los muchos viajes para jugar torneos les permiten, nombres como el rumano Nastase, el polaco Fibak o los checos Kodes, Smid, Slozil, y ahora Lendl, son rentables a sus naciones por los éxitos que han conseguido o consiguen. De ahí que se les permitan sus muchos viajes y torneos. En la parcela femenina es ya más difícil mantener este estado, y por ello no fue extraña otra huida de la también checa Hanna Strachonova, jugadora de más discreto nivel. En cualquier caso, las mujeres ya se igualan a los hombres en ganancias, y las que destacan tampoco necesitan huir para embolsarse sus buenos dólares. Martina Navratilova ganó en 1980, sólo en tomeos, unos 53 inillones de pesetas, bastante más que los McEnroe, Borg y compañía. Y ahí está Hanna Madlikova, la gran confirmación checa, que, por su regularidad a lo largo de la temporada, ha llegado como número uno al Masters que se disputa estos días en Washington.

En fútbol, concesiones

En este apartado de concesiones, el fútbol también liene su parte importante. Gracias a ellas, como premio a veteranos y a los servicios distinguidos, la emigración está controlada a cierta edad. Tras la marcha casi en masa de las viejas glorias del fútbol húngaro en la década de los cincuenta -Kubala, Kocsis, Puskas, Czibor, etcétera, curiosamente, sólo jugadores de este país, junto a algunos de la RDA, que se pasaron a la RFA, aunque en escasa medida y calidad, huyeron de la órbita comunista. El último caso se dio precisamente el año pasado, durante el trofeo veraniego Carranza, cuando desapareció el portero del Ujpest. De Cádiz pasó a la base de Rota, y de ahí a Estados Unidos, donde, tras esperar el plazo marcado por la FIFA como sanción, dos años, podrá volver a jugar.

Sin embargo, la mayoría de jugadores procedentes del Este europeo se encuentran legalmente jugando en muchos paises de Europa con la fórmula de pago a los servicios prestados. Polacos como Lubanski, el primer futbolista famoso del país; Tómas Zewski o Lato, han jugado o juegan en Francia y Bélgica. Después de su etapa de intemacionales se les ha permitido ganar ese dinero jugando fuera del país. El sistema es similar al yugoslavo, que a partir del límite de los veintiocho años inunda el fútbol europeo con sus jugadores. En Inglaterra, por ejemplo, juegan actualmente doce, siendo los más conocidos Katalinic (Southampton), Muzinic (Norwich) y Jovanovic (Manchester United). Con contratos que oscilan entre los tres y los cuatro años, perciben unos diez o quince millones de pesetas por año, cifras no exageradas para el mercado de figuras occidental, pero jugosísimas para el oriental.

La Unión de Fútbol de Checoslovaquia autorizó esta temporada las transferencias al extranjero, concretamente a Austria, de cuatro jugadores, con las condiciones de haber superado los 32 años y haber jugado, por lo menos, 45 partidos internacionales con la selección o haber participado en alguna final o semifinal de la Eurocopa de Naciones o del Campeonato del Mundo. Naturalmente, necesitaban también el acuerdo de su club y ninguno de ellos podrá volver a ser internacional por Checoslovaquia. Se trataba de Goegh, 32 años, fichado por el Voest Linz al Slovan de Bratislava; Machac, 33, que pasó del Lokomotiv Kosice al Graz; Kuna, 33, del Spartak Tmava al Admira de Viena, y Vesely, 36, del Slavia de Praga al Rapid de Viena. La cuantía de los fichajes se mantuvo en secreto. De otros jugadores, como Dobias, 34, o los aún internacionales Panenka, Nehoda y Ondrus, que no han cumplido los 32, se habló incluso que podrían venir a España, al Valladolid o al Murcia. Las conversaciones no cuajaron, pues las condiciones económicas iban parejas en la complicación a las condiciones «personales».

Nuevas huidas

Las posibilidades de salir al extranjero, en cualquier caso, son muy limitadas, y por eso en otros deportes, especialmente en Checoslovaquia, como en Rumanía, los casos de huidas últimamente han proliferado. Dos jugadores de hockey sobre hielo checos, los hermanos Anton, veintiún años, y Peter Stastny, veinticuatro, así como la esposa de este último, protagonizaron una deserción preparada de forma casi milimétrica. El viernes 22 de agosto, ambos jugaron con su equipo, el Slovan de Bratislava, el último partido de un torneo amistoso frente al Tampere finlandés, en Innsbruck. Tras finalizar el domingo dicho torneo, viajaron, el lunes, a Viena, donde fueron directamente a la Embajada de Canadá, en compañía de la mujer de Peter, para pedir asilo político.

El mismo día viajaban a Norteamérica y el martes firmaban ya en Quebec sus contratos por seis años con el equipo profesional los Nórdicos, que, al parecer, prepararon toda la operación.

Figuras de la nueva ola del hockey checo, varias veces campeón mundial y olímpico, gran rival de la Ia URSS, Estados Unidos y Canadá a nivel aficionado, los hermanos Stastny prefirieron jugar en la liga profesional, en la que intervienen equipos norteamericanos y canadienses. La NHL mueve tantos millones de dólares como la NBA de baloncesto, la NFL de fútbol-rugby, americano, el béisbol y ahora el fútbol europeo o soccer, los restantes deportes de equipo al más alto nivel. Los Stastny, toda una familia dedicada al hockey hielo -su hermano Marion, de veintisiete años, eligió quedarse en su país-, tomaron por su cuenta y antes de tiempo el camino que, como en fútbol, la federación checa recientemente dejó libre a grandes veteranos del hockey para jugar en la RFA y Austria: Suchy, Holik, Holecek, Machac, Kokta y Dzurilla.

Otros casos recientes de solicitudes de asilo político han sido las «gotas habituales» de boxeadores - también dos afganos- o jugadores de rugby rumanos durante alguna de las giras occidentales. Los más «sonados», sin embargo, en los últimos tiempos, han sido los protagonizados por la checa Milena Duchkova, medalla de oro en palanca en los Juegos Olímpicos de México y de plata en Munich, y por la pareja soviética de patinaje artístico sobre hielo compuesta por Ludmila y Oleg Protopopov, las primeras grandes figuras de la especialidad, múltiples veces campeones olímpicos y mundiales. La saItadora solicitó la residencia permanente en Canadá, tras llegar en enero con un contrato de trabajo por un año en un organismo paragubernamental. Los patinadores pidieron asilo político en Suiza, en septiembre, siguiendo los pasos del ajedrecista Victor Korchnoi. Después viajaron a Nueva York para firmar un contrato con Ice Capades, compañía de espectáculos sobre hielo.

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