Althuser y la crítica marxista de la religión
No sabemos si la muerte física del ser querido entre sus brazos de gigantón perturbado va a significar la muerte intelectual de un filósofo de la categoría de Louis Althusser. Presagiamos que, si es cierto que su sueño psíquico actual le aleja de la triste realidad de su vida, su despertar puede significar la definitiva pérdida de serenidad y equilibrio para reflexionar en adelante sobre la sociedad, sobre Marx o sobre sí mismo.Tuve en un tiempo la posibilidad y la suerte de asistir a sus clases de L'Ecole Normale Superieure, de París. Comenzó así una relación epistolar en la que sus cartas terminaban indefectiblemente con esta frase de tan profundo significado hoy: «Helena y yo te abrazan». El, como todos saben, había enconadamente defendido la ruptura, bautizada por él como «epistemológica» del Marx humanista y filósofo de su juventud con el Marx científico y sociológico que comenzaba en las Tesis sobre Feuerbach y en la Ideología alemana, pero que tenían su fundamento psicológico más profundo en el impacto que le habían producido los círculos obreros revolucionarios de París. (Por cierto, las Tesis sobre Feuerbach, en una impresión de cartel, estaban siempre fijadas a la parte posterior de la puerta de su despacho como un manifiesto luterano de rebeldía).
Yo no acababa de aceptar esa ruptura. Parecía que se me iba con ella la posibilidad de conciliar a Marx con cualquier humanismo y especialmente con el cristiano. Más adelante le envié a París un trabajo sobre el ateísmo de Marx. Mi tesis era que ese ateísmo no era esencial al sistema, sino coyuntural y propio del tiempo y de las circunstancias. Que para un marxista el cristianismo podría ser «válido» (usando la palabra de Marx), apelando al criterio de la tesis II sobre Feuerbach: «El problema de si se le puede reconocer al pensamiento humano una verdad objetiva no es una cuestión teórica, sino una cuestión práctica. Es en la praxis donde el hombre comprueba la verdad, es decir, la realidad y el poder de nuestro pensamiento en este mundo y para nuestro tiempo». Añadía yo que la praxis cristiana en toda su historia, y especialmente en nuestros días, demuestra la posibilidad de encontrar hoy un cristianismo audazmente reformador, capaz de coexistir con las más avanzadas reformas de la propiedad, así como muchos marxistas modernos, Gramsci y Bloch, por ejemplo, habían reconocido dos tipos de cristianismo histórico.
Fue entonces cuando me escribió una larga carta, que quiero aprovechar la ocasión para que la conozca el lector aficionado a este trascendental debate:
«He leído tu texto sobre la religión con interés. Y quisiera hacerte conocedor, entre nosotros, de una convicción a la cual he llegado hace tiempo y sobre la cual no me he expresado.
Esta convicción es que no se encuentra ni en Marx ni en Lenin lo que se podría llamar propiamente una teoría de la religión, es decir, una teoría que manifestara la "esencia" de lo que constituiría la religión.
Es verdad que se encuentra en Engels algo equivalente cuando, a propósito de las primeras sociedades, Engels desarrolla la idea de que la desproporción entre las fuerzas sociales y las fuerzas de la naturaleza es tal que los hombres están como aplastados por las fuerzas de la naturaleza y procuran conciliárselas por una representación de todo su poder y de las prácticas de "conciliación". Y se puede, con todo rigor, proseguir por este camino teórico diciendo que, de una parte, las fuerzas de la naturaleza permanecen siempre desproporcionadas a la potencia humana, y que a esta desproporción viene a añadirsele la poderosa potencia, tan desproporcionada como incontrolable, de las fuerzas de la sociedad desarrollada, sobre todo de la sociedad capitalista. Está aquí quizá el "núcleo" de una teoría marxista de la religión. Pero hay que hacer notar que esta "teoría" no es propiamente marxista, porque ha sido desarrollada antes de Marx.
Mi sentimiento es que Marx y Lenin asumen la religión como un hecho, pero sin plantearse el problema de su "esencia", es decir, de su teoría, sino planteándose solamente la cuestión de su función ideológica y social, lo que es completamente diferente. Función que puede ser progresista o reaccionaria, según los períodos históricos y según los intereses sociales unidos a la religión. Esta actitud se manifiesta en los textos de Engels sobre la guerra de los campesinos que tu citas juiciosamente. Se la encuentra también en Lenin, que declara preferir "la consecuencia práctica" de ciertos creyentes que adecuan sus actos a sus convicciones a "los intelectuales" que se contentan con hablar. Y esta actitud está difundida en la mayor parte de los textos de Lenin.
Esta actitud de Marx, prudente respecto a una teoría de la religión, se puede unir a la misma prudencia de Marx respecto a una "teoría del arte", donde no se ha comprometido, respecto a una psicología o una antropología, que claramente no le interesaban.
Hay, pues, en Marx una actitud constante respecto a ciertas realidades, a las que consideraba que no podían ser objeto de una teoría que saliese del materialismo histórico. Se ocupaba de ellas solamente en la medida en que podía encontrar en ellas efectos dependientes del materialismo histórico, efectos ideológicos sin lugar a dudas (tanto para la religión como para el arte, la psicología, etcétera), pero que no agotan la realidad afectada por esos efectos.
Diciendo las cosas en otro lenguaje, yo pienso que la teoría e materialismo histórico es una teoría limitada, que trata de ¡as condiciones, las formas y los efectos de la lucha de clases, pero que en su pretensión teórica se limita a este objeto y a sus efectos.
Esta limitación de la teoría marxista no excluye, te lo repito, la marca de los efectos del materialismo histórico, que afectan a otras realidades (religión, arte); pero esos efectos no constituyen, a mi parecer, la teoría.
Esto no quiere decir que no pueda existir, sobre bases más complejas, una "teoría" de estas realidades, pero el relacionar directa y unívocamente el materialismo histórico y la religión (dicho de otro modo, una teoría marxista de la religión en el sentido fuerte) debe ser excluido, por razones que se basan en la naturaleza limitada del materialismo histórico» (29-10-1976).
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