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Que cese la sangría

(... ) Sobre este cordón entrañable que une el Norte con el Sur del nuevo continente quisiéramos detener nuestra mirada y centrarla, con mayor intensidad, en la nación salvadoreña. Que cese la sangre es nuestro deseo inmediato, casi nuestro grito. Focas veces habremos deseado con más fuerza que nuestras palabras fueran capaces de hacer el milagro. Que se detengan las matanza¡, que vuelva la paz a ese pueblo pacífico que se encuentra en la encrucijada de la violencia, con un saldo diario de muertos que llena de congoja a cualquier persona con sentimientos.¿No hay en las organizaciones internacionales, en los foros mundiales, nadie que pueda imponer una tregua, alguien que pueda detener la matanza? ¿No existe un medio para devolver al pueblo salvadoreño esa parcela de paz necesaria para reconstruir lo que meses de brutalidades han destruido? Más de 10.000 ciudadanos han sido asesinados. ¿Tendremos que ver la destrucción total de un pueblo sin poder hacer nada por evitarlo?

Alguien tendrá que tomar la iniciativa en nombre de los valores fundamentales de un pueblo que lucha y muere por conseguir cosas tan elementales como la libertad y la justicia, fundamentos de la paz.

30 de diciembre

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