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Perspectivas sombrías

Las perspectivas de la producción y el comercio mundial, cuando está a punto de comenzar 1981, no se presentan precisamente alentadoras. Los niveles de inflación previsible y la continuidad, aunque sea a ritmo más moderado, del crecimiento del paro constituyen las dos amenazas más concretas para las economías occidentales. Para colmo de males, la OPEP tiene en su mano el arma definitiva que condiciona cualquier pronóstico que no quiera ser irresponsablemente optimista. En estas condiciones, el último informe de la OCDE resulta casi un desiderátum más que un conjunto de previsiones sólidamente argumentadas. (...)La OCDE pronostica una ligera recuperación económica en los próximos seis meses. Pero sus cálculos fueron hechos antes de la última subida de los precios del petróleo, cuando todo parecía indicar que no iba a producirse un acuerdo para aumentar las tarifas y, sobre todo, nada hacía pensar en una unanimidad, en tomo a un alza tan considerable a estas alturas como la acordada del 10%. La previsión de la OCDE exige, pues, un ajuste inmediato ala baja. ( ... )

Hoy más que nunca, sin embargo, es necesario el ejercicio de un realismo creador frente a las tentaciones de un falso optimismo estratégico y voluntarista o un catastrofismo táctico e interesado. El reto que hoy tienen planteado los políticos supera, sin duda, sus propias capacidades y exige la colaboración de los técnicos, aunque con ello tampoco quede garantizado el hallazgo de fórmulas salvadoras. Economistas, sociólogos, psicólogos y, por qué no, periodistas, futurólogos y filósofos tienen, tenemos, una responsabilidad cuando un nuevo año llama a la puerta con los más negros presagios.

26 de diciembre.

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