El espíritu de la década de los sesenta dominó en el último homenaje a John Lennon
El espíritu de los sesenta volvió el pasado domingo a reinar en numerosos lugares del mundo, con ocasión del homenaje póstumo que le fue rendido a ex beatle John Lennon, asesinado hace una semana ante la puerta de su casa en Manhattan (Nueva York) por un joven perturbado que quería ser su doble. Flores y cantos a la paz, como los que dominaron en la citada década, llenaron las solapas y las pancartas de los millones de jóvenes que se manifestaron en todo el mundo para homenajear, en un impresionante concierto mudo, al que fue principal fundador del conjunto musical más importante de los años recientes.
Central Park, en Nueva York, donde se concentraron más de medio millón de personas, y Liverpool, la ciudad inglesa natal de John Lennon, donde hubo más de 20.000, fueron los escenarios, en que el último adiós a Lennon , que probablemente será enterrado mañana en la intimidad, cobró una resonancia más impresionante.Los participantes en el duelo respondieron en ambos lugares al llamamiento realizado días atrás por la viuda del cantante: todos los admiradores de su marido fueron convocados por ella para que, a una determinada hora -las dos de la tarde, en cualquier meridiano en que se estuviese-, se concentraran durante diez minutos para recordar a Lennon.
En Central Park, el inmenso parque neoyorquino que se halla cercano a la calle 72, donde cayó muerto el ex beatle, se produjo el símbolo de las décadas perdidas: niños de aquel entonces entonaron, en medio de un ambiente impresionante, el Give Peace a Chance (Dad una oportunidad a la paz), y algunos, como Shery Lester, de veintiocho años, que llevaba en brazos a su hija de seis, tuvieron tiempo para reflexionar así: «No hemos perdido sólo a John Lennon. Hemos perdido nuestra adolescencia, de manera que todos los que estamos aquí estamos velando a alguien que nos es próximo».
No fue la rememoración total de una década, aunque dominaran los emblemas de aquellos tiempos y a pesar de que corriera la cerveza y se fumara la marihuana, como en los legendarios escenarios de antaño. Pero hubo recodos del Central Park donde el negocio apareció en forma de puesto de venta de camisetas y- otras vestimentas con el sello de John Le,inon. Hubo incluso alguna pelea y se oyó un disparo. Un joven cayó herido, pero el incidente, cuyo origen se investiga, no acabó en nada grave.
Por encima de toda la celebración, la presidencia indiscutible e incluso física de Lennon: un gran poster del cantanté, usando una camiseta en la que decía New York City, dominaiba el resto de las múltiples pancartas.
En Liverpool, la atmósfera fue similar. Hubo llantos, desmayos y rememoraciones. Lo que no se pudo resucitar de la época y del ídolo que se honraban a la ciudad inglesa fue la calidad de la música.
En España, las celebraciones fueron diversas. La más espectacular fue la protagonizada por Radio Centro, de Madrid, que dedicó un programa maratoniano de 48 horasal ídolo muerto; exhausto, el realizador de la larga emisión, Mariscal Romero, asistido por la Cruz Roja, te-tminó los dos días de trabajo transmitiendo por enésima vez la entrevista última en la que John Lennon repite su llamamiento a la paz.
Chapman teme ser envenenado
Mientras se rendía este homenaje multitudinario a Lennon en todo el mundo, su presunto asesino, Mark David Chapman, se había declarado en huelga de hambre durante 48 horas por miedo a ser envenenado por los otros detenidos. Chapman aceptó su primer alimento en el centro hospitalario de Manhattan -donde se encuentra bajo observación psiquiátrica- precisamente en la tarde del domingo. Yoko Ono, la viuda de Lennon, agradeció ayer en un comunicado el gesto de los numerosos seguidores de su, marido. «Ayer vi a John sonriendo en los cielos», dice Yoko. «Vi la tristeza convertirse en claridad. Os vi a todos juntos en un solo espíritu. Gracias. Con amor. Yoko».
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.