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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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Los juguetes

El Centro de Salud Mental Universidad va a celebrar, con motivo de la inminente y ecuestre llegada de los Magos, un debate sobre los juguetes. Van a estar Gloria Fuertes, el gran neuropsiquiatra Antonio Colodrón y más personal, quizá yo mismo.Se trata de la comida de coco a la gente reciente o personal pequeñito, que alcanza su escalada johnssoniano/televisiva en estos días. Espero que los nuevos vocales esos de la telepática, con el nuevo director de la cosa que van a nombrar, puedan controlar un poco el tema. Por mi parte, lo único que se me ocurre contra los múltiples intereses televisivos, sociológicos e incluso religiosos que se adunan tras esa monstruosa agresión publicitario /infanticida, no es decirles a los niños que no crean en los fementidos juguetes de reyes, sino, más directamente, decirles que no crean en los Reyes Magos. Y esto, no por ningún anticlericalismo fácil o contrapedagogía holandesa, sino por descontaminación política, ya que el rey Melchor resulta ser, casi siempre, un concejal de ucedé con barba, en la cabalgata. El rey Gaspar suele ser un concejal del PSOE con barba infrarroja, y, el rey Baltasar viene a ser, en algunos barrios, un currelante de Comisiones que se ha pintado de negro con kánfor, en la cocina de su casa, antes de que le declaren parado de Olarra y le repriman. Politizados como están los Reyes Magos (lo han estado siempre, que cuando entonces eran el delegado provincial del Frente de Juventudes, el jefe del Movimiento del barrio y un señor con mucha mano en Abastos), lo mejor es que los niños escriban sus cartas a los reyes godos, que son más nuestros, más recios, más adustos, más nacionales, y están convocados perpetuamente en piedra, en la Plaza de Oriente, para que los patriotas sueltos no pisoteen el seto, y para que Bergamín pueda volver a su buhardilla, bien entrada la noche, a escribir sonetos metiéndose con Dios y con aquel general superlativo.

Erase un general superlativo, érase un hombre a un cardenal pegado, hubiera escrito Quevedo, tan gozosa e inesperadarnente festejado este año. Y de aquel general superlativo nos vienen «estos lodos», como me dice Tuñón de Lara, utilizando saludablemente el tópico: juguetes guerreros, agresivos, belicosos, caros, cuya realidad no responde al trucaje publicitario en todos los casos y que, sobre todo, se potencian mediantela movilidad televisiva, contra la cual no reúne poder crítico la dulce y raigal imaginación del niño. ¿Qué especie de ciudadanos entre belicosos y frustrados, aspira a formar una teúve estatal que consiente y propicia (y sobre todo beneficia y lucra) semejante publicidad? Me parece difícil desmontar la comercialidad de la cosa. Por eso creo que, profanando viejos mitos infantiles, habría que sugerir a los niños que escriban a los reyes godos, cuya lista se ha pasado siempre la tribu de la infancia por tradición oral. Los reyes godos no traen nada, porqué no son concejales, sino sólo reyes, pero de eso se trata. Gloria Fuertes, que es como la pipera imaginativa del mundo de los niños, come la castañera de todo el año vendiendo cucuruchos de fantasía a esos locos bajitos, a esos enanos cultos que son los escolares, Gloria. Fuertes me parece la bruja buena, frente al espejito/espejito que es la televisión de la Igruja mala y ministerial. Gloria Fuertes (como Carmen Conde en su literatura infantil) es la anti/tele o contratele, la anti/Marisa Medina, porque vende imaginación a los niños, o se la regala, mientras que la telecosa sólo vende electricidad.

Antonio Colodrón es el neuropsiquiatra que sabe ver, sin instrumental freudoharapiento, el niño que juega eternamente a las canicas dentro de cada hombre, el hombre /concejal que crece dentro de cada niño. Entre estos duendes buenos y el gigante televisivo de un solo ojo maléfico, el niño de hoy no es, sino el prisionero de sus juguetes.

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