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El Papa transmite a Puig de la Bellacasa su preocupación por el terrorismo en España,

Juan Arias

«Formulo los votos más cordiales para su país, a fin de que disfrute de un clima de cristiano bienestar y que, superando el lamentable fenómeno del terrorismo que tantas vidas humanas está cobrando, puedan sus ciudadanos vivir en la paz, la justicia y la concordia», dijo ayer el papa Juan Pablo II a José, Joaquín Puig de la, Bellacasa, en el acto solemne de la presentación de las cartas credenciales como nuevo embajador extraordinario y plenipotenciario ante la Santa Sede.Hombre de confianza del Rey, el nuevo embajador en su discurso al Papa recordó que España está actualmente empeñada en un profundo y difícil proceso de cambio político y social para conseguir un Estado en que todos los españoles, superando seculares divisiones, se sientan iguales y unidos en el esfuerzo por la creación de una sociedad libre y moderna, «basada en el orden, la libertad y la justicia entendiendo corno deber el reconocimiento y la tutela de los valores del espíritu». Estas últimas palabras, el embajador Puig de la Bellacasa las citó del primer mensaje de la Corona.

Minutos después del acto oficial en el Vaticano, donde el nuevo embajador tuvo ocasión de encontrarse además de con el Papa con toda la plana mayor, desde el secretario de Estado, cardenal Casaroli, al ministro de Asuntos Exteriores, Silvestrini, al sustituto de la secretaría de Estado, el español Eduardo Martínez Somato, recibió a los corresponsales españoles en Italia.

«Juan Pablo II», dijo el embajador, «conserva un recuerdo entrañable de su entrevista con los Reyes, y me ha manifestado su deseo sincero de visitar cuanto antes España». El Papa habló siempre en español con el nuevo embajador, «en un clima», dijo, «de total cordialidad».

Reconocimiento del esfuerzo evangelizador de España

Juan Pablo II, en su discurso al nuevo embajador, ha adelantado algunos de los conceptos que serán la clave de sus discursos más importantes en su próximo viaje a España. Por ejemplo, cuando le dijo que gracias al esfuerzo evangelizador de los españoles «una parte muy conspicua de la Iglesia católica llama hoy padre a Dios en español». O cuando afirmó en su discurso, que le fue entregado a Puig de la Bellacasa con la firma autógrafa de Juan Pablo II, que «dentro del pluralismo al que la sociedad presente ha ido abriéndose y dentro del respeto debido a las legítimas opciones ajenas, los católicos españoles habrán de sacar inspiración de esos profundos valores cristianos y humanos que han guiado su pasado». «Sólo así», añadió el Papa, «podrá lograrse en España una armónica superación de pasadas tensiones históricas, sin abandonar principios que han configurado el alma de un pueblo y sus expresiones vitales».

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