Desarticulada la banda responsable de la distribución de drogas "duras" en Torrejón
La brigada regional de Policía Judicial ha logrado detener a los seis miembros de una banda presuntamente responsable de la distribución de drogas duras en Torrejón de Ardoz, localidad en la que los agentes habían detectado un aumento de consumo en los últimos meses. Se calcula que el grupo había comercializado y vendido hasta ahora cocaína por valor de unos cincuenta millones de pesetas.
Disponía de un laboratorio dotado para transformarla en el producto final que circula en el mercado negro, y en el momento de la detención de uno de los traficantes la policía intervino más de medio kilo de esta sustancia preparada para una transacción.Datos procedentes de Torrejón de Ardoz habían alertado a la policía sobre un apreciable aumento del consumo de drogas en esta localidad. Después de una serie de pesquisas, los investigadores lograron conectar con varias personas relacionadas con el caso.
El importador de la cocaína y principal responsable del grupo es Hernán Valencia, Baena, de veinticuatro años, de nacionalidad colombiana. Su papel era recibir la droga, procedente de su país de origen, y encargarse de distribuirla a los otros traficantes de su red. Residía en España para eludir la justicia colombiana, que lo buscaba por asesinato en un ajuste de cuentas. Sus presuntos cómplices son Manuel Gallardo Pajuelo, de 39 años; Joaquín Sánchez de la Torre, de veintisiete; Manuel Vicente Molina, de 54; Jorge Iván Ruiz Gil, de 31, y Leonardo Vargas Rivas, de cuarenta, estos dos últimos, paisanos de Hernán Valencia.
Ruiz y Gallardo fueron sorprendidos cuando intercambiaban una de las remesas en un conocido hotel madrileño. En una bolsa de deportes que les fue intervenida habían camuflado una partida de 570 gramos de cocaína. Gallardo portaba también un revólver detonador y en su domicilio fue ocupado un rifle Remington, calibre 280, y varios proyectiles.
Joaquín Sánchez es el titular de un pub de Torrejón de Ardoz. En su residencia particular fue incautada una balanza de precisión con restos de cocaína. Tenía alquilado un chalé en una urbanización próxima a la carretera de Valencia, en el que había sido instalado un laboratorio clandestino. En una de sus dependencias eran guardadas una garrafa y dieciocho botellas con diferentes ácidos, un envoltorio con trece pliegos de papel secante, una probeta, un tubo de ensayo y otros útiles. Estos efectos eran utilizados para tratar la droga o cortarla, según se dice en la jerga de los traficantes. El producto inicial era así convertido en clorhidrato de cocaína después de varias manipulaciones.
Sánchez disponía de una pistola Browning, calibre 6,35; un rifle de la marca Santa Bárbara, calibre 270, con mira telescópica incorporada, y cuatro cajas de cartuchos del calibre 22.
El centro de la red de distribución estaba, pues, localizado en Torrejón de Ardoz. La droga intervenida en la transacción habría tenido, después de comercializada, un valor de 4,5 millones de pesetas.
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