Comandos de ETApm asaltan dos instalaciones militares en el País Vasco y Cataluña
Dos comandos de ETApm dirigieron el domingo sendas acciones de asalto contra las oficinas de la jefatura del sector, aéreo de Vascongadas, en San Sebastián, y el acuartelamiento del batallón de cazadores de montaña Cataluña IV, en la localidad barcelonesa de Berga, con objeto de robar armamento. El primer asalto fue consumado y los terroristas se apoderaron de cinco fusiles Cetme y una pistola; un coronel que trató de impedir la salida del comando asaltante resultó herido de gravedad. La segunda operación de ETApm fue frustrada por uno de los centinelas, que dio el, alto al comando.
ETA Político-militar reconoció ayer, mediante una llamada a Radio Popular de San Sebastián, la autoría del asalto a la jefatura del sector aéreo en la capital guipuzcoana, en el que un comando de est a organización se apoderó de seis armas de fuego, y de una operación similar, que resultó frustrada, en el acuartelamiento de cazadores de montaña Cataluña IV, de Berga (Barcelona). En el asalto de San Sebastián resultó herido de gravedad el coronel del Ejército del Aire Ramón Gómez Aranalde, al tratar de impedir la huida de los terroristas.Fuentes de las dependencias militares asaltadas comentaron después del robo de armas, con evidente irritación, que el hecho podía haberse previsto y evitado de antemano si se hubieran adoptado medidas especiales de seguridad, que habían sido solicitadas, sin resultado positivo, a la vista de episodios similares en el Gobierno Militar y en otros acuartelamientos de la provincia.
Los cinco fusiles Cetme robados por ETApm, además de una pistola, son armas reglamentarias en el Ejército español. Se trata de fusiles de gran versatilidad, que se pueden disparar tiro a tiro o en ráfagas. El Cetme es un arma de mucho mayor alcance que las metralletas de nueve milímetros Parabellum, habitualmente empleadas por ETA. Precisamente, ETA Militar ha empleado fusiles de este tipo en los dos últimos atentados contra efectivos de la Guardia Civil, disparando desde mayor distancia de lo que permitirían pistolas y metralletas ligeras y, por tanto, en mejores condiciones de seguridad para los agresores.
Los miembros del comando que intervinieron directamente en San Sebastián fueron cuatro, tres hombres y una mujer, todos ellos jóvenes. Poco antes de las nueve, cuando el empleado del inmueble número diecisiete de la avenida de Sancho el Sabio se encontraba en el portal, los jóvenes le abordaron y le obligaron a subir con ellos hasta el primer piso, donde están instaladas las dependencias de la jefatura del sector aéreo de Vascongadas. Una vez en la puerta, le forzaron a tocar el timbre e identificarse. El soldado de guardia abrió de inmediato, pensando que el empleado subía con el desayuno del coronel, cosa que hacía todos los días y que los asaltantes debían conocer.
Los cuatro jóvenes, de los que tres se habían tapado el rostro con capuchones, entre ellos la mujer, amenazaron al soldado de guardia con armas cortas, arrebatándole la pistola y obligándole a que les condujera hasta la estancia de suboficiales. Allí una pareja despertó a los dos sargentos que dormían, mientras los otros registraban las demás habitaciones en busca de otras personas.
Robo de armas
Bajo la amenaza de las pistolas, los suboficiales tuvieron que entregar al comando cinco fusiles Cetme. Después de comprobar que no habla más armas, los miembros del comando maniataron a los tres militares y al portero, ordenándoles que se abstuvieran de dar aviso a la policía hasta pasada una hora, y cortaron los hilos telefónicos.
Cuando los etarras se disponían, a abandonar el lugar, el coronel Ramón Gómez Aranalde, de 62 años, director del aeropuerto de Fuenterrabía penetró en las oficinas. Al apercibirse de la situación, el coronel trató de impedir la huida del comando, forcejeando con sus miembros. Uno de ellos le golpeó varias veces en la cabeza con la culata de la pistola, dejándole tirado sobre el suelo del pasillo, sangrando y en estado inconsciente.
El coronel fue encontrado poco después por los suboficiales y el portero, que habían logrado deshacerse de las ligaduras. El pronóstico es grave.
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